viernes, 26 de julio de 2019

Riña.


La luna.
Cómo se yergue la sombra.
Cómo se baten.
Déjame que entre las ramas
presencie todo el combate.

Podrá la luz, vigorosa
de plata, herir triunfante
a la noche, cuyo escudo
salta, de acero inconstante,

mas no podrá rematarla
sino a traición, sin combate,
cuando en sigilo la luna
sobre su espalda se alce.

¡Cuchillos blancos!
¡Qué armas de listo filo brillante
entierran sus lenguas vivas
en la torpe sombra mate!

La herida se ensancha.
Abierta, la noche pierde su sangre.
¡Qué borbotones de brillos
sobre la tierra se expanden!

Flagrante crimen.
La luna alza sus armas, las blande
cruel con lujo y azota
la sorda quietud del aire.

La noche es suya.
¡Qué cuerpo tendrá ya la noche exangüe!
Ahí queda sin que el tenue y fiel claror la delate.

Los cielos ruedan serenos.
Rueda la luna brillante.
¡Que el alba venga de prisa
y por sorpresa la mate!

Vicente Aleixandre.

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