viernes, 6 de septiembre de 2013

El otoñado.



Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en lo verde traspasado.


Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí - la tierra,
el fuego, el agua, el aire, -  el infinito.

Chorreo luz: doro el lugar oscuro,
trasmito olor: la sombra huele a dios,
emano son: lo amplio es honda música,
filtro sabor: la mole bebe mi alma,
deleito el tacto de la soledad.

Soy tesoro supremo, desasido,
con densa redondez de limpio iris,
del seno de la acción. Y lo soy todo.


Lo todo que es el colmo de la nada,
el todo que se basta y que es servido
de lo que todavía es ambición.


Juan Ramón Jiménez.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Nostalgia.



Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
apretarán, suaves, la dicha conseguida,
por un sendero solo, muy lejos de los vanos
cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.

Las ramas de los sauces mojados y amarillos
nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de nuestra pisada.

Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
¡y el ideal vendrá entre la tarde pura,
a envolver nuestro amor en su eterna belleza!







miércoles, 4 de septiembre de 2013

El mundo es como aparece.


El mundo es como aparece
Ante mis cinco sentidos,
Y ante los tuyos que son
Las orillas de los míos.
El mundo de los demás
No es el nuestro: no es el mismo.
Lacho del agua que soy,
Tú, los dos, somos el río
Donde cuando más profundo
Se ve más despacio y límpido.
Imágenes de la vida:
A la vez que recibimos,
Nos reciben entregadas
Más unidamente a un ritmo.
Pero las cosas se forman
Con nuestros propios delirios.
El aire tiene el tamaño
Del corazón que respiro
Y el sol es como la luz
Con que yo le desafío.
Ciegos para los demás,
Oscuros, siempre remisos,
Miramos siempre hacia adentro,
Vemos desde lo más íntimo.
Trabajo y amor me cuesta
Conmigo así, ver contigo;
Aparecer, como el agua
Con la arena, siempre unidos.
Nadie me verá del todo
Ni es nadie como lo miro.
Somos algo más que vemos,
Algo menos que inquirimos.
Algún suceso de todos
Pasa desapercibido.
Nadie nos ha visto. A nadie
Ciegos de ser, hemos visto.

Miguel Hernández.

martes, 3 de septiembre de 2013

Tal como estabas.



En el recuerdo estás tal como estabas.
Mi conciencia ya era esta conciencia,
pero yo estaba triste, siempre triste,
porque aún mi presencia no era la semejante
de esta final conciencia.

Entre aquellos geranios, bajo aquel limón,
junto a aquel pozo, con aquella niña,
tu luz estaba allí, dios deseante;
tú estabas a mi lado,
dios deseado,
pero no habías entrado todavía en mí.

El sol, el azul, el oro eran,
como la luna y las estrellas,
tu chispear y tu coloración completa,
pero yo no podía cogerte con tu esencia,
la esencia se me iba
como la mariposa de la forma
porque la forma estaba en mí
y al correr tras lo otro la dejaba;
tanto, tan fiel que la llevaba,
que no me parecía lo que era.

Y hoy, así, sin yo saber por qué,
la tengo entera, entera.
No sé qué día fue ni con qué luz
vino a un jardín, tal vez, casa, mar, monte,
y vi que era mi nombre sin mi nombre,
sin mi sombra, mi nombre,
el nombre que yo tuve antes de ser
oculto en este ser que me cansaba,
porque no era este ser que hoy he fijado
que pude no fijar
para todo el futuro iluminado
iluminante,
dios deseado y deseante.




lunes, 2 de septiembre de 2013

El mar triste.


Palpita un mar de acero de olas grises
Dentro los toscos murallones roídos
Del puerto viejo. Sopla el viento norte
Y riza el mar. El triste mar arrulla
Una ilusión amarga con sus olas grises.
El viento norte riza el mar, y el mar azota
El murallón del puerto.
Cierra la tarde el horizonte
Anubarrado. Sobre el mar de acero
Hay un cielo de plomo.
El rojo bergantín es un fantasma
Sangriento, sobre el mar, que el mar sacude...
Lúgubre zumba el viento norte y silba triste
En la agria lira de las jarcias recias.
El rojo bergantín es un fantasma
Que el viento agita y mece el mar rizado,
El tosco mar rizado de olas grises.

Antonio Machado.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...