viernes, 9 de marzo de 2018
Sobre el mar.
Sobre el mar, bajo el cielo,
blancas, densas,
vienen todas las velas desplegadas
en el aire, dorado y transparente.
Y en la proa, delgada como la brisa,
la corona de espuma alborotada
es adorno rizado de su frente.
En la playa, de oros soleada,
las mujeres esperan a las barcas
con los ojos al mar, intensamente.
Y en el ramo de velas olorosas
-brisa de mar, aroma de mariscos-
hay un anhelo cálido y creciente.
¡Cuánto diera por ver llegar un día
la barca con la blanca vela al viento
con rumbo hacia otra orilla, desrizada;
y en pie en la proa -tijera de los mares-
a ti, todos mis sueños, presentido
con el azul del mar en la mirada!
Josefina de la Torre.
jueves, 8 de marzo de 2018
No quiero saber nada...
No quiero saber nada...
Ni de esa luz incierta
que retrocede vaga
ni de esa nube limpia
con perfiles de cuento.
Tampoco del magnolio
que quizá aún perfume
con su nieve insistente...
No saber, no soñar,
pero inventarlo todo.
Ernestina de Champourcín.
miércoles, 7 de marzo de 2018
Yo me encontré el olivo y el acanto...
Yo me encontré el olivo y el acanto
que sin saber plantaste, hallé dormidas
las piedras de tu frente desprendidas,
y el de tu búho fiel, solemne canto.
El rebaño inmortal, paciendo al canto
de tus albas y siestas transcurridas,
las cuadrigas frenéticas, partidas
de tus horas amargas con quebranto.
La roja musa airada y violenta,
la serena deidad épica y pura
que donde tú soñabas hoy se asienta.
De estas piezas compongo tu escultura.
Nuestra amistad mis mismos años cuenta:
de ti hablaban mi cielo y mi llanura.
Rosa Chacel.
martes, 6 de marzo de 2018
Primavera.
¡Toda la primavera dormía entre tus manos!
Iniciaste en un gesto la fiesta de las rosas
y erguiste, enajenada,
esa flecha de luz que impregna los caminos.
¡Toda la primavera!
Fervores del instante transido de capullos,
gracia tímida y leve del perfume sin rastro,
caricias que despiertan el sexo de las horas.
Brotaron de tus palmas en éxtasis gozoso
los trinos y las brisas.
Y tu ademán secreto despertó en rubores
la pubertad del mundo.
¡Todo vino por ti!
Porque tus manos lentas
ciñeron brevemente mi carne estremecida,
porque al rozar mi cuerpo
despertaste una flor que trae la primavera.
Ernestina de Champourcín.
lunes, 5 de marzo de 2018
En la tierra de nadie, sobre el polvo.
En la tierra de nadie, sobre el polvo
que pisan los que van y los que vienen,
he plantado mi tienda sin amparo
y contemplo si van como si vuelven.
Unos dicen que soy de los que van,
aunque estoy descansando del camino.
Otros «saben» que vuelvo, aunque me calle;
y mi ruta más cierta yo no digo.
Intenté demostrar que a donde voy
es a mí, sólo a mí, para tenerme.
Y sonríen al oír, porque ellos todos
son la gente que va, pero que vuelve.
Escuchadme una vez: ya no me importan
los caminos de aquí, que tanto valen.
Porque anduve una vez, ya me he parado
para ahincarme en la tierra que es de nadie.
Carmen Conde.
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