viernes, 7 de noviembre de 2014

Ante las torres de Compostela.






También la piedra, si hay estrellas, vuela. 
Sobre la noche biselada y fría 
creced, mellizos lirios de osadía; 
creced, pujad, torres de Compostela.

Campo de estrellas vuestra frente anhela, 
silenciosas maestras de porfía. 
En mi pecho - ay, amor - mi fantasía 
torres más altas labra. El alma vela.

Y ella - tú - aquí, conmigo, aunque no alcanzas 
con tus dedos mis torres de esperanzas 
como yo estas de piedra con los míos,

contempla entre mis torres las estrellas, 
no estas de otoño, bórralas; aquellas 
de nuestro agosto ardiendo en sueños fríos.



Gerardo Diego.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Eternidad.






Eternidad, belleza sola,
¡si yo pudiese, en tu corazón único, 
cantarte igual que tú me cantas en el mío 
las tardes claras de alegría en paz!

¡Si en tus éstasis últimos, 
tú me sintieras dentro 
embriagándote toda, 
como me embriagas todo tú!

¡Si yo fuese, inefable, 
como tú en mi instantánea primavera, 
olor, frescura, música, revuelo 
en la infinita primavera pura 
de tu interior totalidad sin fin!



Juan Ramón Jiménez.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Oh tú mi amor.




Oh tú, mi amor, la de subidos senos
en punta de rubíes levantados,
los más firmes, pulidos, deseados,
llenos de luz y de penumbras llenos.

Hermosos, dulces, mágicos, serenos
o en la batalla erguidos, agitados,
o ya en juegos de puro amor besados,
gráciles corzas de dormir morenos.

Oh tú, mi amor, el esmerado estilo
de tu gran hermosura que en sigilo
casi muriendo alabo a toda hora.

Oh tú, mi amor, yo canto la armonía
de tus perfectos senos la alegría
al ver que se me abren cada aurora.



Rafael Alberti.

martes, 4 de noviembre de 2014

No busques, no.






Yo te he querido como nunca.
Eras azul como noche que acaba,
eras la impenetrable caparazón del galápago
que se oculta bajo la roca de la amorosa llegada de la luz.

Eras la sombra torpe
que cuaja entre los dedos 
cuando en tierra dormimos solitarios.

De nada serviría besar tu oscura encrucijada 
de sangre alterna,
donde de pronto el pulso navegaba
y de pronto faltaba como un mar que desprecia a la arena.

La sequedad viviente de unos ojos marchitos,
de los que yo veía a través de las lágrimas,
era una caricia para herir las pupilas,
sin que siquiera el párpado se cerrase en defensa.

Cuán amorosa forma
la del suelo las noches del verano
cuando echado en la tierra se acaricia este mundo que rueda,
la sequedad obscura,
la sordera profunda,
la cerrazón a todo,
que transcurre como lo más ajeno a un sollozo.

Tú, pobre hombre que duermes
sin notar esa luna trunca
que gemebunda apenas si te roza;
tú, que viajas postrero
con la corteza seca que rueda entre tus brazos,
no beses el silencio sin falla 
por donde nunca a la sangre se espía,
por donde será inútil la busca del calor
que por los labios se bebe
y hace fulgir el cuerpo como con una luz azul si la noche es de plomo.

No, no busques esa gota pequeñita,
ese mundo reducido o sangre mínima,
esa lágrima que ha latido
y en la que apoyar la mejilla descansa.



Vicente Aleixandre.

lunes, 3 de noviembre de 2014

¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora?.






¿Qué cantan los poetas andaluces de ahora? 
¿Qué miran los poetas andaluces de ahora? 
¿Qué sienten los poetas andaluces de ahora? 

Cantan con voz de hombre.. 
¿pero dónde los hombres? 

..con ojos de hombre miran, 
¿pero dónde los hombres? 

..con pecho de hombre sienten, 
¿pero dónde los hombres? 

Cantan, y cuando cantan 
parece que están sólos... 

Miran, y cuando miran 
parece que están sólos... 

Sienten,
..y cuando sienten 
¡parecen que están solos!.. 

¿Es que ya Andalucía 
..se ha quedado sin nadie? 

¿Es que acaso en los montes andaluces 
..no hay nadie? 

¿Es que en los mares y campos andaluces.. 
no hay nadie? 

¿No habrá ya quien responda a la voz del poeta? 
¿Quien mire al corazón sin muros del poeta? 

¡Tantas cosas han muerto.. 
que no hay más que el poeta! 

¡Cantad alto! 
..Oiréis que oyen otros oidos. 

¡Mirad alto! 
Veréis que miran otros ojos... 

¡Latid alto! 
..Sabréis que palpita otra sangre... 

No es más hondo el poeta.. 
en su oscuro subsuelo, encerrado... 
Su canto asciende a más profundo 
cuando , abierto en el aire.., 
ya es de todos los hombres...



Rafael Alberti.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...