viernes, 17 de octubre de 2014
Cada hora mía.
Cada hora mía me parece
el agujero que una estrella
atraída a mi nada, con mi afán,
quema en mi alma.
Y ¡ay, cendal de mi vida,
agujereado como un paño pobre,
con una estrella viva viéndose
por cada mágico agujero oscuro!
Juan Ramón Jiménez.
jueves, 16 de octubre de 2014
Aquel Jardín.
Muros.
........ Jardín
bien gozado por los pocos.
.........¡No hay pecado!
Perfección ya natural.
Jardín: el bien sin el mal.
Buen sosiego.
No hay descanso.
Tiembla el agua en su remanso.
Tan blanca está esa pared
que se redobla mi sed.
En más agua la blancura
de la cal se transfigura.
Fresquísima perfección.
La fuente en mármol y son.
Animal que fuere planta,
el surtidor se levanta.
¡Sílfide del surtidor,
malicia más que temblor!
Canto en el susurro suena,
si en mi soledad no hay pena.
¿Pena tal vez? A un secreto
De penumbra me someto.
Huele en secreto y me embarga
con su olor la hoja amarga.
¡Ay! Las dichas me darán
siempre este olor de arrayán.
Tengo lo que no tuve:
Mucho azul con poca nube.
El sol quiere que esta calma
sea la suprema palma.
Muros.
.......Jardín
...........bien ceñido
Pide a los más el olvido.
Jorge Guillén.
miércoles, 15 de octubre de 2014
El cuerpo y el alma.
Pero es más triste todavía, mucho más triste.
Triste como la rama que deja caer su fruto para nadie.
Más triste, más.
Como ese vaho que de la tierra exhala
después la pulpa muerta.
Como esa mano que del cuerpo tendido
se eleva y quiere solamente acariciar las luces,
la sonrisa doliente, la noche aterciopelada y muda.
Luz de la noche sobre el cuerpo tendido sin alma.
Alma fuera, alma fuera del cuerpo,
planeando tan delicadamente sobre la triste forma abandonada.
Alma de niebla dulce, suspendida sobre su ayer amante,
cuerpo inerme que pálido se enfría con las nocturnas horas
y queda quito, solo, dulcemente vacío.
Alma de amor que vela y se separa vacilando,
y al fin se aleja tiernamente fría.
Vicente Aleixandre.
martes, 14 de octubre de 2014
Unos cuerpos son como flores.
Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego
a una piedra en un hombre.
Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.
Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,
sin que ninguno comprenda que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.
Luis Cernuda.
lunes, 13 de octubre de 2014
Abanico.
El vals llora en mi ojal.
Silencio.
En mi hombro se ha posado el sueño
y es del mismo temblor que sus cabellos.
Gerardo Diego.
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