viernes, 22 de junio de 2018

Solo una vez.



Muerte: para ti no vivo.
¿Mientras, aguardando ya,
Habré de ahogarme en congojas
Diminutas soplo a soplo?
Espera.
              ¡Solo una vez,
De una vez!
              Espera tú.
¿Ves cómo el hombre persigue,
Por el aire del verano,
Más verano de otro ardor?
Vivo: busco ese tesoro.


Jorge Guillén.

jueves, 21 de junio de 2018

Mesa y sobremesa.


Luce sobre el mantel, más blanco ahora,
        El cristal -más desnudo.
Yo al amarillo ruboroso acudo.
        Para mí se colora.

Fruta final. Un rayo se recrea
        Dentro de nuestro juego,
Íntimo se perfila. Yo me entrego.
        ¡Color, perfil, idea!

En más placer la idea se nos muda,
        Y de amigo en amigo
Rebota hacia la dicha que persigo:
        Normalidad aguda.

¡Tanto verano generoso lanza
        Sus fuerzas al concierto
De este sabor total! Mi mundo es cierto.
        Casa con mi esperanza.

¡Oh diálogo ocurrente, de improviso
        Luz en la luz vacante,
Punto de irisación en el instante
        De gracia: Dios lo quiso!

A través de un cristal más sol nos llama
        ¡Suprema compañía!
Tan solar es el vaso de alegría
        Que nos promete fama.

Humo hacia el sol. El aire se concreta:
        Jirón gris que yo esbozo.
Calladamente se insinúa el gozo
        De una gloria discreta.

El tiempo se disuelve en la delicia
        De un humo iluminado
Por ocio de amistad. ¿No es el dechado
        Que el más sutil codicia?

Se redondea el borde de la taza
        También para la mente.
Lúcida ante el café, se da al presente,
        Y a la verdad se abraza.

¡Posesión de la vida, qué dulzura
        Tan fuerte me encadena!
¿Adónde se remonta el alma plena
        De la tarde madura?


Jorge Guillén.

miércoles, 20 de junio de 2018

Dos mares.


Dos mares frente a frente.
El uno un mar sin cuerpo,
todo alma azul;
el otro un mar humano,
encerrado en su carne
solitaria y violenta.
¿Encarnarán las aguas,
resucitando alegres?
¿Agrandará sus límites,
libertando tormentas,
el alma pensativa?
Frente a frente, en la playa,
ante un mar insondable,
cautiva está mi alma.


Manuel Altolaguirre.

martes, 19 de junio de 2018

En la sombra.


Sí: tú me buscas.

A veces en la noche yo te siento a mi lado,
que me acechas,
que me quieres palpar,
y el alma se me agita con el terror y el sueño,
como una cabritilla, amarrada a una estaca,
que ha sentido la onda sigilosa del tigre
y el fallido zarpazo que no incendió la carne,
que se extinguió en el aire oscuro.

Sí: tú me buscas.

Tú me oteas, escucho tu jadear caliente,
tu revolver de bestia que se hiere en los troncos,
siento en la sombra
tu inmensa mole blanca, sin ojos, que voltea
igual que un iceberg que sin rumor se invierte en el
agua salobre.

Sí: me buscas.

Torpemente, furiosamente lleno de amor me buscas.

No me digas que no. No, no me digas
que soy náufrago solo
como esos que de súbito han visto las tinieblas
rasgadas por la brasa de luz de un gran navío,
y el corazón les puja de gozo y de esperanza.
Pero el resuello enorme
pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche,
indiferente y sordo.

Dime, di que me buscas.
Tengo miedo de ser náufrago solitario,
miedo de que me ignores
como al náufrago ignoran los vientos que le baten,
las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan.


Dámaso Alonso.

lunes, 18 de junio de 2018

Oración por la belleza de una muchacha.


Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios,  con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;
esos bultos de nieve, que bullía
al soliviar del lino la tersura,
y, prodigios de exacta arquitectura,
dos columnas que cantan tu armonía.

Ay, tú, Señor, le diste esa ladera
que en un álabe dulce se derrama,
miel secreta en el humo entredorado.

¿A qué tu poderosa mano espera?
Mortal belleza eternidad reclama.
¡Dale la eternidad que le has negado!


Dámaso Alonso.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...