viernes, 4 de octubre de 2013

Sueño infantil.


Una clara noche 
de fiesta y de luna, 
noche de mis sueños, 
noche de alegría 

¿era luz mi alma 
que hoy es bruma toda, 
no eran mis cabellos 
negros todavía?, 

el hada más joven 
me llevó en sus brazos 
a la alegre fiesta 
que en la plaza ardía. 

So el chisporroteo 
de las luminarias, 
amor sus madejas 
de danzas tejía. 

Y en aquella noche 
de fiesta y de luna, 
noche de mis sueños, 
noche de alegría, 

el hada más joven 
besaba mi frente... 
con su linda mano 
su adiós me decía... 

Todos los rosales 
daban sus aromas, 
todos los amores 
amor entreabría.





                                        




jueves, 3 de octubre de 2013

Mañana. La palabra iba suelta.


"Mañana". La palabra
Iba suelta, vacante,
Ingrávida, en el aire,
Tan sin alma y sin cuerpo,
Tan sin color ni beso,
Que la dejé pasar
Por mi lado, en mi hoy.
Pero de pronto tú
Dijiste: "Yo, mañana"
Y todo se pobló
De carne y de banderas.
Se me precipitaban
Encima las promesas
De seiscientos colores,
Con vestidos de moda,
Desnudas, pero todas
Cargadas de caricias.
En trenes o en gacelas
Me llegaban -agudas,
Sones de violines-
Esperanzas delgadas
De bocas virginales.
O veloces y grandes
Como buques, de lejos,
Como ballenas
Desde mares distantes,
Inmensas esperanzas
De un amor sin final.
¡Mañana! Qué palabra
Toda vibrante, tensa
De alma y carne rosada,
Cuerda del arco donde
Tú pusiste, agudísima,
Arma de veinte años,
La flecha más segura
Cuando dijiste: "Yo".

Pedro Salinas.

miércoles, 2 de octubre de 2013

El niño yuntero.


Carne de yugo, ha nacido
Más humillado que bello,
Con el cuello perseguido
Por el yugo para el cuello.

Nace, como las herramientas,
A los golpes destinado,
De una tierra descontenta
Y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
De vacas, trae a la vida
Un alma color de olivo
Vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
A morir de punta a punta
Levantando la corteza
De su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
La vida como una guerra,
Y a dar fatigosamente
En los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
Y ya sabe que el sudor
Es una corona grave
De sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
Masculinamente serio,
Se unge de lluvia y se alhaja
De carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
Y a fuerza de sol, bruñido,
Con una ambición de muerte
Despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
Más raíz, menos criatura,
Que escucha bajo sus pies
La voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
En la tierra lentamente
Para que la tierra inunde
De paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
Como una grandiosa espina,
Y su vivir ceniciento
Resuelve mi alma de encina.

Le veo arar los rastrojos,
Y devorar un mendrugo,
Y declarar con los ojos
Que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
Y su vida en la garganta,
Y sufro viendo el barbecho
Tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
Menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
Verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
De los hombres jornaleros,
Que antes de ser hombres
Han sido niños yunteros.





martes, 1 de octubre de 2013

Lo sueños.



 El hada más hermosa ha sonreído 
al ver la lumbre de una estrella pálida, 
que en hilo suave, blanco y silencioso 
se enrosca al huso de su rubia hermana.

 Y vuelve a sonreír porque en su rueca 
el hilo de los campos se enmaraña. 
Tras la tenue cortina de la alcoba 
está el jardín envuelto en luz dorada.

 La cuna, casi en sombra. 
El niño duerme. 
Dos hadas laboriosas lo acompañan, 
hilando de los sueños los sutiles 
copos en ruecas de marfil y plata.








      Eternidad. Este jardín donde estoy siempre estuvo en mí. No existo. Tanta vida, tal conciencia, borran mi ser en el tiempo. Conocer la...