viernes, 22 de febrero de 2019

La tarde todavía.

   
 La tarde todavía
dará incienso de oro a tu plegaria,
y quizás el cénit de un nuevo día
amenguará tu sombra solitaria.
Mas no es tu fiesta el Ultramar lejano,
sino la ermita junto al manso río;
no tu sandalia el soñoliento llano
pisará, ni la arena del hastío.
Muy cerca está, romero,
la tierra verde y santa y florecida
de tus sueños; muy cerca, peregrino
que desdeñas la sombra del sendero
y el agua del mesón en tu camino.

Antonio Machado.

jueves, 21 de febrero de 2019

La que le habla a él.


¡Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo!
¡Deja que abran todos mis
sueños y todos mis lirios!

Mi corazón oye bien
la letra de tu cariño...
El agua lo va temblando
entre las flores del río;

lo va soñando la niebla,
lo están cantando los pinos
-y la luna rosa- y el
corazón de tu molino...

¡No apagues, por Dios, la llama
que arde dentro de mí mismo!
¡Cállate, por Dios, que tú
no vas a saber decírmelo!

Juan Ramón Jiménez.

miércoles, 20 de febrero de 2019

Presencia del campo.


Como una rueda visible
del cielo, la luna roja
va acarreando la noche
sobre la campiña sola.

-Aquí y allá, en las colinas,
los perros, ya entre las sombras,
se vuelven, un punto, y ladran
a su enorme luz redonda-.

Lo que trae el carro es sueño
de no sé qué mano pródiga,
de cuyo dueño, tan sólo
se ven estrellas remotas.

Juan Ramón Jiménez.

martes, 19 de febrero de 2019

Sin ella.


Mi soledad ausente.
¡Qué soledad sin soledad!
Sentirme solo al lado
de tanta compañía,
solo, sin soledad.

Encontrarme perdido,
sin solución, disuelto
en una muchedumbre.

¡Qué ruinas polvorientas
la compañía de todos!

¡Qué edificio sereno,
concentrado, profundo,
mi soledad ausente!

Manuel Altolaguirre.

lunes, 18 de febrero de 2019

Silenciosamente.


La tarde se contempla desde el monte
Fijada con aplomo en el silencio.
Silencio tan continuo da al espacio
Tersura de materia, calma limpia,
Profundidad de cauce donde fluye,
Visible río largo, la corriente
Del tiempo, de mi tiempo, de esta vida
Perdida y no perdida que me aclara
Su ingenuidad de tránsito brevísimo.
Viajes, conversaciones, escrituras
Van convergiendo hacia su seco término,
Y el presente sutil y tan precario
Palpita sin cesar entre amenazas
Mayores cada vez, que así me empujan
Al todavía oscuro desenlace:
Habrá de ser hostil... A nuestro campo
De la tarde ensombrece propia nube,
Y se nos trasparenta ya un vacío,
El último vacío en el silencio
Claro, muy claro y simple donde corre,
Se pierde, se nos pierde a nuestra vista
-Aunque se salve y dure esta amplitud
A través del silencio poseído
Por alguien- nuestro curso condenado.

Jorge Guillén.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...