viernes, 16 de marzo de 2012


XXXIX

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas;
pero siempre habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,

mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,

mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,

mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía!
¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,
es altanera y vana y caprichosa;
antes que el sentimiento de su alma,
brotará el agua de la estéril roca.

jueves, 15 de marzo de 2012

XXXI

Cuando en la noche te envuelven
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
¡diera, alma mía,
cuanto poseo,
la luz, el aire
y el pensamiento!

Cuando se clavan tus ojos
en un invisible objeto
y tus labios ilumina
de una sonrisa el reflejo,
por leer sobre tu frente
el callado pensamiento
que pasa como la nube
del mar sobre el ancho espejo,
¡diera, alma mía,
cuanto deseo,
la fama, el oro,
la gloria, el genio!

Cuando enmudece tu lengua
y se apresura tu aliento,
y tus mejillas se encienden
y entornas tus ojos negros,
por ver entre sus pestañas
brillar con húmedo fuego
la ardiente chispa que brota
del volcán de los deseos,
diera, alma mía,
por cuanto espero,
la fe, el espíritu,
la tierra, el cielo. 


Gustavo Adolfo Becquer.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Tau-l

      La bonita mentira de cada día
      No engaña a nadie, pero ayuda a vivir, y exalta.
      No pido más.

      Amanece inundando.
      Los pájaros cantores
      Cierran los circuitos eléctricos del día.
      ¡Es la belleza, es la vida!
      La cabeza se enciende como una bombilla
      A unos doscientos voltios de normal poesía.
      ¿Es la belleza? No sé.
      Es el mundo habitual de la pereza
      Donde mis números sirven,
      Mis distancias miden,
      Mis ideas cuentan,
      No se funde el aparato que en mí versifica.
      ¿Es la vida?
      Sé que hay otra
      Más real, más escondida, menos mía,
      Pero ésta es mi alegría, mi mentira,
      Y los átomos me dejan de momento
      Que viva en mi fantasía,
      Es decir, en lo vulgar
      Del día que es tan sólo un cada día
      Sin más, normal,

      Fabulosamente real.

martes, 13 de marzo de 2012

Los cuatro muleros

De los cuatro muleros 
que van al campo, 
el de la mula torda, 
moreno y alto. 

De los cuatro muleros 
que van al agua, 
el de la mula torda 
me roba el alma. 

De los cuatro muleros 
que van al río, 
el de la mula torda 
es mi marío. 


¿A qué buscas la lumbre 
la calle arriba, 
si de tu cara sale 
la brasa viva? 


Federico Garcia Lorca.

lunes, 12 de marzo de 2012


El limonero lánguido suspende...

El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro...
Es una tarde clara,
casi de primavera;
tibia tarde de marzo,
que al hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.

En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.

Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.

Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena,
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.

Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...

Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.

Antonio Machado.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...