viernes, 25 de noviembre de 2016
Alma no llores.
Y no basta decir: "alma, no llores",
si ves a un corazón que va dejando
la vida entre furiosos desgarrones.
Hay lágrimas que tienen estatura
de estrellas indomables
y es de acero o de roble su ternura.
Marcos Ana.
jueves, 24 de noviembre de 2016
Oriente.
Era casi de noche.
¿Me alejaba, detrás de un sol hundido,
por el redondo amor o me acercaba,
persiguiendo a la aurora,
después de larga ausencia,
a tus ojos abiertos?
¿Me alejaba de un alma,
de su costa bravía,
para volver a fuerza de alejarme
a su playa serena?
Oriente. Amor. Oriente.
Toda tiniebla tiene su mañana
y todo amor su esfera de alegría.
Manuel Altolaguirre.
miércoles, 23 de noviembre de 2016
La frontera.
Si miro tus ojos,
si acerco a tus ojos los míos,
¡oh, cómo leo en ellos retratado todo el pensamiento de mi soledad!
Ah, mi desconocida amante a quien día a día estrecho en los brazos.
Cuán delicadamente beso despacio, despacísimo, secretamente en tu piel
la delicada frontera que de mí te separa.
Piel preciosa, tibia, presentemente dulce, invisiblemente cerrada
que tiene la contextura suave, el color, la entrega de la fina magnolia.
Su mismo perfume, que parece decir:
«Tuya soy, heme entregada al ser que adoro
como una hoja leve, apenas resistente, toda aroma bajo sus labios frescos».
Pero no. Yo la beso, a tu piel, finísima, sutil, casi irreal bajo el
rozar de mi boca, y te siento del otro lado, inasible, imposible, rehusada,
detrás de tu frontera preciosa, de tu mágica piel inviolable,
separada de mí por tu superficie delicada, por tu severa magnolia
cuerpo encerrado débilmente en perfume
que me enloque de distancia y que, envuelto rigurosamente,
como una diosa de mí te aparta, bajo mis labios mortales.
Déjame entonces con mi beso recorrer la secreta cárcel de mi vivir,
piel pálida y olorosa, carnalidad de flor, ramo o perfume,
suave carnación que delicadamente te niega,
mientras cierro los ojos, en la tarde extinguiéndose,
ebrio de tus aromas remotos, inalcanzables,
dueño de ese pétalo entero que tu esencia me niega.
Vicente Aleixandre.
martes, 22 de noviembre de 2016
Tranvía.
El gusano de cables
va hilando su camino
Y sobre la bitácora
un experto marino
juega a los barquillos en la rosa náutica
Las estrellas medrosas
deshojadas y rotas
huyendo del huracán
vienen a refugiarse en nuestras gavias
Se oyen morir extáticas las olas
en la playa desierta
De repente notamos
que alguien nos ha robado
Buscamos la memoria y no la hallamos
No tengas miedo
Sobre las nubes
imantadas de relámpagos
Elías cruza en su tranvía eléctrico
Gerardo Diego.
lunes, 21 de noviembre de 2016
Variación II Primavera diaria.
¡Tantos que van abriéndose, jardines,
celestes, y en el agua!
Por el azul, espumas, nubecillas,
¡tantas corolas blancas!
Presente, este vergel, ¿de dónde brota,
si anoche aquí no estaba?
Antes que llegue el día, labradora,
la aurora se levanta,
y empieza su quehacer: urdir futuros.
Estrellas rezagadas.
las luces que aún recoge por los cielos
por el mar va a sembrarlas.
Nacen con el albor olas y nubes.
¡Primavera, qué rápida!
Esa apenas capullo -nube-, en rosa,
en oro, en gloria, estalla.
Blancas vislumbres, flores fugacísimas
florecen por las campas
de otro azul. Si una espuma se deshoja,
-pétalos por la playa-,
se abren mil; que el rosal de donde suben
es rosal que no acaba.
De esplendores corona el mediodía
el trabajo del alba.
Ya se ve en brillo, en ola, en pompa, en nube
la cosecha granada.
Una estación se abrevia: es una hora.
Lo que la tierra tarda
tanto en llevar a tallos impacientes
lo trae una mañana.
¿La aurora? Es la frecuente, la celeste,
primavera diaria;
por el azul, sin esperar abriles,
sus abriles desata.
¿De dónde su poder, el velocísimo
impulso de su savia?
Obediencia. A la luz. Pura obediencia,
ella, en su cenit, manda.
Espacios a su seña se oscurecen,
a su seña se aclaran.
El mar no cría cosa que dé sombra;
para la luz se guarda.
Y ella le cubre su verdad de mitos:
la luz, eterna magia.
Pedro Salinas.
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