viernes, 19 de junio de 2015

Cronos.





   

En el cubo sin fondo
van cayendo una a una
las gotas del péndulo

El péndulo es el pulso de la noche
Y los rosarios ruedan
                                    extrayendo en sus norias
corazones de madres y de novias

He buscado mis llantos

            Villanos                       Me han robado

Como en una bandeja petitoria
deposité mi frente

La luna colegiala
en camisón de dormir
apagó de un soplo los relojes

Y de mi corazón
.
una
      a
          una
                  van
                        cayendo
                                      todas
                                                las
                                                      hojas .




Gerardo Diego.

jueves, 18 de junio de 2015

Encuentro nocturno.





Profeta de mis fines no dudaba
del mundo que pintó mi fantasía
en los grandes desiertos invisibles.
Reconcentrado y penetrante, solo,
mudo, predestinado, esclarecido,
mi aislamiento profundo, mi hondo centro,
mi sueño errante y soledad hundida,
se dilataban por lo inexistente,
hasta que vacilé cuando la duda
oscureció por dentro mi ceguera.
Un tacto oscuro entre mi ser y el mundo,
entre las dos tinieblas,
definía una ignorada juventud ardiente.
Encuéntrame en la noche. Estoy perdido.



miércoles, 17 de junio de 2015

Desnudos.





Por el mar vendrán
las flores del alba
(olas, olas llenas
de azucenas blancas),
el gallo alzará
su clarín de plata.

(¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma)

¡O, bajo los pinos,
tu desnudez malva,
tus pies en la tierna
yerba con escarcha,
tus cabellos verdes
de estrellas mojadas!

(...Y tú me dirás
huyendo: Mañana)

Levantará el gallo
su clarín de llama,
y la aurora plena,
cantando entre granas,
prenderá sus fuegos
en las ramas blandas.

(¡Hoy! te diré yo
tocándote el alma)

¡O, en el sol nacido,
tus sienes doradas,
los ojos inmensos
de tu cara maga,
evitando azules
mis negras miradas!

(...Y tú me dirás
huyendo: Mañana)



Juan Ramón Jiménez.

martes, 16 de junio de 2015

Esperanza.





¿Quién dijo que se agotan la curva el oro el deseo
el legítimo sonido de la luna sobre el mármol
y el perfecto plisado de los élitros
del cine cuando ejerce su tierno protectorado?

Registrad mi bolsillo
Encontraréis en él plumas en virtud de pájaro
migas en busca de pan dioses apolillados
palabras de amor eterno
sin carta de aterrizaje
y la escondida senda de las olas.



Gerardo Diego.

lunes, 15 de junio de 2015

Verbena.







Vasos o besos, luces o escaleras,
todo sin música asciende cautamente
a esa región serena donde aprisa
se retiran los bordes de la carne.

Un carrusel de topes, un límite o verbena,
una velocidad hecha de gritos,
un color, un color hecho de estopa,
por donde una voz bronca escupe esparto.

Espérame, muchacha conocida,
fuerte raso crujiente con zapatos,
con un tierno charol que casi gime,
cuando roza mi rostro sin pesarme.

Un columpio de sangre emancipada,
una felicidad que no es de cobre,
una moneda lírica o la luna
resbalando en los hombros como leche.

Un laberinto o mármol sin sonido,
un hilo de saliva entre los árboles,
un beso silencioso que se enreda
olvidando sus alas como espejos.

Un alimento o roce en la garganta,
blanco o maná de tímidos deseos
que sobre lengua de calor callado
se deshace por fin como la nieve.

Polvo o claror, la feria gira cauta
bajo fiebre de lunas o pescados,
sintiendo la humedad de la caricia
cuando el alba desnuda avanza un muslo.

Los senos de cartón abren sus cajas,
pececillos innúmeros palpitan,
de los labios se escapan flores verdes
que en los vientres arraigan como dichas.

Un clamor o sollozo de alegría,
frenesí de las músicas y el cuerpo,
un rumor de clamores asesinos
mientras cuchillos aman corazones.

Flores-papel girantes como ojos
sueñan párpados, sangres, albahacas;
ese clamor caliente ciñe faldas
del tamaño de labios apretados.

Agua o túnica, ritmo o crecimiento,
algo baja del monte de la dicha,
algo inunda las piernas sin metralla
y asciende hasta el axila como aroma.

Cuerpos flotan, no presos, no arañados,
no vestidos de espinas o caricias,
no abandonados, no, sobre la luna,
que -en tierra ya- se ha abierto como un cuerpo.



Vicente Aleixandre.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...