viernes, 27 de abril de 2018

Jardín.



Yo no sé cómo saltar
desde la orilla de hoy
a la orilla de mañana.

El río se lleva, mientras,
la realidad de esta tarde,
a mares sin esperanza.

Miro al oriente, al poniente,
miro al sur y miro al norte.

Toda la verdad dorada
que cercaba al alma mía,
cual con un cielo completo,
se cae, partida y falsa.

Y no sé cómo saltar
desde la orilla de hoy
a la orilla de mañana.


Juan Ramón Jiménez.

jueves, 26 de abril de 2018

Gracias a ti.



Hoy puedo estar conmigo.
He deseado para ti todo el bien
y me acompaña la bondad del amor.
A ti te debo gozar en soledad
la compañía más difícil del hombre,
la que consigo mismo tiene.
Le has dado a mi semblante sin saberlo
una luz interior que me hace fuerte,
para vencer mayores soledades.



Manuel Altolaguirre.

miércoles, 25 de abril de 2018

Difícil.



¿Lo sabes? Todo es difícil.
Difícil es el amor.
Más difícil su ausencia.
Más difícil su presencia o estancia.
Todo es difícil... Parece fácil y qué difícil es
repasar el cabello de nuestra amada con estas manos materiales que lo estrujan y obtienen.
Difícil, poner en su boca carnosa
el beso estrellado que nunca se apura.
Difícil, mirar los hondos ojos donde boga la vida,
y allí navegar, y allí remar, y allí esforzarse,
y allí acaso hundirse sintiendo la palpitación en la boca,
el hálito en esta boca donde la última precipitación
diera un nombre o la vida.

Todo es difícil. El silencio. La majestad. El coraje:
el supremo valor de la vida continua.
Este saber que cada minuto sigue a cada minuto,
y así hasta lo eterno.
Difícil, no creer en la muerte; porque nadie cree en la muerte.
Hablamos de que morimos, pero no lo creemos.
Vemos muertos, pisamos muertos: separamos los muertos.
¡Sí, nosotros vivimos!

Muchas veces he visto
esas hormigas, las bestezuelas tenaces viviendo,
y he visto una gran bota caer y salvarse muy pocas.
Y he visto y he contado las que seguían, y su divina indiferencia,
y las he mirado apartar a las muertas y seguir afanosas,
y he comprendido que separaban a sus muertos
como a las demás sobrevenidas piedrecillas del campo.

Y así los hombres cuando ven a sus muertos
y los entierran, y sin conocer a los muertos viven, aman, se obstinan.

Todo es difícil.
El amor.
La sonrisa.
Los besos de los inocentes que se enlazan y funden.
Los cuerpos, los ascendimientos del amor, los castigos.
Las flores sobre su pelo.
Su luto otros días.
El llanto que a veces sacude sus hombros.
Su risa o su pena.
Todo: desde la cintura hasta su fe en la divinidad;
desde su compasión hasta esa gran mano enorme
y extensa donde los dos nos amamos.

Ah, rayo súbito y detenido que arriba no veo.
Luz difícil que ignoro, mientras ciego te escucho.

A ti, amada mía difícil que cruelmente, verdaderamente me apartarás
con seguridad del camino cuando yo haya caído en los bordes,
y en verdad no lo creas.

Vicente Aleixandre.

martes, 24 de abril de 2018

Pregón submarino.



!Tan bien como yo estaría
en una huerta del mar,
contigo, hortelana mía!

En un carrito tirado
por un salmón, !qué alegría
vender bajo el mar salado,
amor, tu mercadería!

!Algas frescas de la mar,
algas, algas!


Rafael Alberti.

lunes, 23 de abril de 2018

La voz a ti debida. (Versos 1139 a 1171)



Empújame, lánzame desde ti,
de tus mejillas, como de islas de coral,
a navegar, a irme lejos para buscarte,
a buscar fuera de ti lo que tienes,
lo que no me quieres dar.
Para quedarte tú sola,
invéntame selvas vírgenes
con árboles de metal y azabache;
yo iré a ellas y veré
que no eran más que collares que pensabas.
Invítame a resplandores y destellos,
a lo lejos negros, blancos, sonriendo de niñez.
Los buscaré.
Marcharé días y días,
y al llegar adonde están
descubriré tus sonrisas anchas,
tus miradas claras.
Eso era lo que allá, distante,
estaba viendo brillar.
De tanto y tanto viaje
nunca esperes que te traiga más mundos,
más primaveras que esas que tú te defiendes contra mi.
El ir y venir a los siglos, a las minas,
a Ios sueños, es inútil.
De ti salgo siempre, siempre
tengo que volver a ti.

Pedro Salinas.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...