viernes, 7 de abril de 2017
Dominio.
Con tu palabra última
-adiós-
anoche encadenaste
la noche a tu silencio.
Aunque el rayo de sol
en los ojos me hiera
con su ciega evidencia,
la noche limpia y pura
tal como anoche era
tu silencio conserva.
Y no se irá a su nada,
secreta, ultraterrena,
hasta que tú, con la primer palabra
de tus labios de hoy
-adiós- crees el día.
Pedro Salinas.
jueves, 6 de abril de 2017
Uriel.
Gloria es la excelsitud -techumbre abierta-.
Escorzos de la música que pisa
sus sesgos torbellinos de cornisa,
gozo escandido de la planta experta
nos mides, oh Uriel. Franca la puerta
del paraíso está. Y se te irisa
de brasas y vislumbres la sonrisa
la túnica en tus vueltas se te injerta.
Salta, Uriel, destrenza tus trenzados,
brinca en la danza, olvídate en tu vuelo.
Tú eres la guía, el adalid del coro.
Que nosotros, a tu ímpetu raptados,
trenzamos ya las sílabas del cielo,
oh serafín del número de oro.
Gerardo Diego.
miércoles, 5 de abril de 2017
Playa.
Flotante, sin asidero,
nadador fuera del agua,
voluntario a la deriva,
por las horas, por el aire,
por el haz de la mañana.
Todo fugitivo, todo
resbaladizo, se escapa
de entre los dedos el mundo,
la tierra, la arena. Nubes,
velas, gaviotas, espumas,
blancuras desvariadas,
tiran de mí, que las sigo,
que las dejo. ¿Estoy, estaba,
estaré? Pero sin ir,
sin venir, quieto, flotando
en aquí, en allí, en azul.
Una alegría que es
el filo de la mañana
rompe, corta, desenreda
nudos, promesas, amarras.
Tropeles de sombras ninfas
huyendo van de sus cuerpos
en islas desenfrenadas.
Con su cargamento inútil
de recuerdos y de plazos
-¡ya no sirven, ya no sirven!-
el tiempo leva las anclas.
No se le ve ya. Sin tiempo,
prisa y despacio lo mismo,
¡qué de prisa, qué despacio
juegan los lejos a cercas
colgados del verdiazul
columpio de las distancias!
Su silencio echan a vuelo
enmudecidas campanas
y cumplen su juramento
los horizontes del alba:
la vida toda de día,
sin lastre, pura, flotando
ni en agua, ni en aire, en nada.
Pedro Salinas.
martes, 4 de abril de 2017
Lo impides.
El que navega a la deriva, teme
llegar adonde el agua se arrodilla;
teme a la espuma vertical, tumulto
de alas rebeldes hacia el negro abismo.
Así las horas, aunque no sean blancas,
con ellas hunden todo lo que es vida.
Mi barca está acercándose a la muerte,
asomada a ese filo tormentoso.
Pero eres tú mi estrella, tú la brisa,
tú la corriente cuya mano impide
por debajo del agua que yo siga,
tú quien vuelves mis ojos a la aurora!
Manuel Altolaguirre.
lunes, 3 de abril de 2017
Remordimiento en traje de noche.
Un hombre gris avanza por la calle de niebla;
No lo sospecha nadie. Es un cuerpo vacío;
Vacío como pampa, como mar, como viento,
Desiertos tan amargos bajo un cielo implacable.
Es el tiempo pasado, y sus alas ahora
Entre la sombra encuentran una pálida fuerza;
Es el remordimiento, que de noche, dudando,
En secreto aproxima su sombra descuidada.
No estrechéis esa mano. La yedra altivamente
Ascenderá cubriendo los troncos del invierno.
Invisible en la calma el hombre gris camina.
¿No sentís a los muertos? Mas la tierra está sorda.
Luis Cernuda.
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