viernes, 19 de julio de 2013

Hace falta estar ciego.



Hace falta estar ciego,
Tener como metidas en los ojos raspaduras de vidrio,
Cal viva,
Arena hirviendo,
Para no ver la luz que salta en nuestros actos,
Que ilumina por dentro nuestra lengua,
Nuestra diaria palabra.

Hace falta querer morir sin estela de gloria y alegría,
Sin participación de los himnos futuros,
Sin recuerdo en los hombres que juzguen el pasado sombrío de la tierra.

Hace falta querer ya en vida ser pasado,
Obstáculo sangriento,
Cosa muerta,
Seco olvido.









jueves, 18 de julio de 2013

Ir y quedarse, y con quedar partirse...



Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,
pedir pues resta sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.







miércoles, 17 de julio de 2013

Pero que todos sepan que no he muerto.











Pero que todos sepan que no he muerto;
Que hay un establo de oro en mis labios;
Que soy el pequeño amigo del viento oeste;
Que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.










martes, 16 de julio de 2013

Rima 79 (XII). Porque son, niña, tus ojos


Porque son, niña, tus ojos
Verdes como el mar, te quejas;
Verdes los tienen las náyades,
Verdes los tuvo Minerva,
Y verdes son las pupilas
De las hourís del Profeta.

El verde es gala y ornato
Del bosque en la primavera;
Entre sus siete colores
Brillante el Iris lo ostenta,
Las esmeraldas son verdes;
Verde el color del que espera,
Y las ondas del océano
Y el laurel de los poetas.

Es tu mejilla temprana
Rosa de escarcha cubierta,
En que el carmín de los pétalos
Se ve al través de las perlas.

Y sin embargo,
Sé que te quejas
Porque tus ojos
Crees que la afean,
Pues no lo creas.

Que parecen sus pupilas
Húmedas, verdes e inquietas,
Tempranas hojas de almendro
Que al soplo del aire tiemblan.

Es tu boca de rubíes
Purpúrea granada abierta
Que en el estío convida
A apagar la sed con ella,

Y sin embargo,
Sé que te quejas
Porque tus ojos
Crees que la afean,
Pues no lo creas.

Que parecen, si enojada
Tus pupilas centellean,
Las olas del mar que rompen
En las cantábricas peñas.

Es tu frente que corona,
Crespo el oro en ancha trenza,
Nevada cumbre en que el día
Su postrera luz refleja.

Y sin embargo,
Sé que te quejas
Porque tus ojos
Crees que la afean:
Pues no lo creas.

Que entre las rubias pestañas,
Junto a las sienes semejan
Broches de esmeralda y oro
Que un blanco armiño sujetan.

Porque son, niña, tus ojos
Verdes como el mar te quejas;
Quizás, si negros o azules
Se tornasen, lo sintieras.








lunes, 15 de julio de 2013

El mañana efímero

El mañana efímero.


La España de charanga y pandereta,
Cerrado y sacristía,
Devota de Frascuelo y de María,
De espíritu burlón y de alma quieta,
Ha de tener su mármol y su día,
Su infalible mañana y su poeta.

El vano ayer engendrará un mañana
Vacío y, ¡por ventura!, pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
Un sayón con hechuras de bolero,
A la moda de Francia realista,
Un poco al uso de París pagano,
Y al estilo de España especialista
En el vicio al alcance de la mano.

Esa España inferior que ora y bosteza,
Vieja y tahúr, zaragatera y triste;
Esa España inferior que ora y embiste,
Cuando se digna usar la cabeza,
Aún tendrá luengo parto de varones
Amantes de sagradas tradiciones
Y de sagradas formas y maneras;
Florecerán las barbas apostólicas,
Y otras calvas en otras calaveras
Brillarán, venerables católicas,
El vano ayer engendrará un mañana
Vacío y, ¡por ventura!, pasajero,
La sombra de un lechuzo tarambana,
De un sayón con hechuras de bolero:
El vacuo ayer dará un mañana huero.

Como la náusea de un borracho ahíto
De vino malo, un rojo sol corona
De heces turbias las cumbres de granito;
Hay un mañana estomagante escrito
En la tarde pragmática y dulzona.

Mas otra España nace,
La España del cincel y de la maza,
Con esa eterna juventud que se hace
Del pasado macizo de la raza.

Una España implacable y redentora,
España que alborea
Con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.





El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...