viernes, 9 de agosto de 2013

No, no me basta, no.


No, no me basta, no.
Ni ese azul en delirio
Celeste sobre mí,
Cúspide de lo azul.
Ni esa reiteración
Cantante de la ola,
Espumas afirmando,
Síes, síes sin fin.
Ni tantos irisados
Primeros de las nubes
-Ópalo, blanco y rosa-,
Tan cansadas de cielo
Que duermen en las conchas.
No, no me bastan, no.
Colmo, tensión extrema,
Suma de la belleza
El mundo, ya no más.
Y yo más.
Más azul que el azul
Alto. Más afirmar
Amor, querer, que el sí
Y el sí y el sí.
La tarde, ya en el límite
De dar, de ser,
Agota sus reservas:
Gozos, colores, triunfos;
Me descubre los fondos
De mares y de glorias,
Se estira, vibra, tiembla,
No puede más.
Lo sé, se va a romper
Si yo le grito esto
Que ya le estoy gritando
Irremisiblemente
A golpes:
"Tú, ya no más; yo, más."





jueves, 8 de agosto de 2013

Pido silencio.


Ahora me dejen tranquilo.
Ahora se acostumbren sin mí.

Yo voy a cerrar los ojos.

Y sólo quiero cinco cosas,
Cinco raíces preferidas.

Una es el amor sin fin.

Lo segundo es ver el otoño.
No puedo ser sin que las hojas
Vuelen y vuelvan a la tierra.

Lo tercero es el grave invierno,
La lluvia que amé, la caricia
Del fuego en el frío silvestre.

En cuarto lugar el verano
Redondo como una sandía.

La quinta cosa son tus ojos,
Matilde mía, bienamada,
No quiero dormir sin tus ojos,
No quiero ser sin que me mires:
Yo cambio la primavera
Por que tú me sigas mirando.

Amigos, eso es cuanto quiero.
Es casi nada y casi todo.

Ahora si quieren se vayan.

He vivido tanto que un día
Tendrán que olvidarme por fuerza,
Borrándome de la pizarra:
Mi corazón fue interminable.

Pero porque pido silencio
No crean que voy a morirme:
Me pasa todo lo contrario:
Sucede que voy a vivirme.

Sucede que soy y que sigo.

No será, pues, sino que adentro
De mi crecerán cereales,
Primero los granos que rompen
La tierra para ver la luz,
Pero la madre tierra es oscura:
Y dentro de mí soy oscuro:
Soy como un pozo en cuyas aguas
La noche deja sus estrellas
Y sigue sola por el campo.

Se trata de que tanto he vivido que
Quiero vivir otro tanto.

Nunca me sentí tan sonoro,
Nunca he tenido tantos besos.

Ahora, como siempre, es temprano.
Vuela la luz con sus abejas.

Déjenme solo con el día.
Pido permiso para nacer.






miércoles, 7 de agosto de 2013

Cantares.


Todo pasa y todo queda,
Pero lo nuestro es pasar,
Pasar haciendo caminos,
Caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,
Ni dejar en la memoria
De los hombres mi canción;
Yo amo los mundos sutiles,
Ingrávidos y gentiles,
Como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
De sol y grana, volar
Bajo el cielo azul, temblar
Súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
El camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
Se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
Se ve la senda que nunca
Se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
Sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
Donde hoy los bosques se visten de espinos
Se oyó la voz de un poeta gritar
Caminante no hay camino,
Se hace camino al andar...

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
Caminante no hay camino,
Se hace camino al andar...

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
Cuando de nada nos sirve rezar.
Caminante no hay camino,
Se hace camino al andar...

Golpe a golpe, verso a verso.






martes, 6 de agosto de 2013

El verano en su cenit o el verano soy yo.



Cuando se vive lejos de la vida
¿dónde se está viviendo?
Tal vez se esté caído en el arcano
de la misma existencia.
El campo en torno
monótono se extiende en la memoria
como una rueda gira velozmente
sin que su vivo centro se desplace
del corazón humano.
El orbe entero
irradia alrededor y sus aromas
parecen recordarnos cosas viejas
que no se sabe nunca al repetirse
si son de ayer, de hoy, de la mañana
o de su flujo eterno.
El hombre sabe
ya demasiadamente de la vida
para que como nube no ensombrezca
su propia estela.
El hombre se separa
de la dulce corteza que lo aflige
y hace como que duerme estremecido
dentro de su cubil:
su vida es todo;
su vida es todo y nada: vida suya,
y es lo bastante ya para sentirse
ese todo, esa nada, aquí viviendo
en medio de la rueda movediza
que hace girar el mundo:
el hombre calla.
Ya no son las palabras dulcemente
lo que quiere decir y sus suspiros,
ni el rumor de esta brisa matutina
que le recuerda tanto al otro tiempo
de su felicidad y sus congojas;
ya no es él quien dirige, ya no quiere
ni sabe poseer:
son los enigmas
hablando por sí solos, sus presencias
reguladoras, sueño, acaso un sueño
tan poderoso, abierto, estremecido
que es necesario hundir en sus raíces
nuestra razón de ser y contentarnos
con meditar gozando estos paisajes
por los que nuestro aliento se expansiona
bajo el pinar:
el aire, la fragancia,
¿qué son sino vestigios de mí mismo
aun antes que de mí desaparezcan
figura y sombra?
Miro a las montañas
y baja de sus lados el perfume
de sus sedosos vellos.
Miro a lo alto
y sólo veo el sol omnipotente
tendiéndome sus manos luminosas
como cualquier galán.
La vida o nada.
La vida nada más o cualquier sino.
Cuando el pinar se mueve tembloroso
y de todos los nudos de su cuerpo
cantan las crías nuevas del verano
con hambre fresca:
el hambre y sólo vida.
Este piar, mi pecho, el movimiento
de todo lo que está cansado y vive.
¿No está todo animado por un hambre
majestuosa y tierna?
Un hambre vela
porque la vida siga, siendo canto,
porque la vida siga siendo vida.
Un hambre o este yo que aquí, en el centro
de mi bondad, irradia los clamores
que hacen de la mañana un sortilegio
suavemente tendido:
miro abajo
y el corazón se posa como un ave
sobre los laboriosos campos finos
del color de la miel,
miro más hondo
y apenas ya si veo otra caricia
que no sea belleza.
Es el silencio
lo que impregna entero esta distancia,
lo que me da la altura conveniente
desde donde las cosas se incorporan
a su divinidad.
Pero este curso
que en mi costado late irresistible
sabe que el mundo es más, que vida es vida,
que lo que sangre lleva por las venas
es un bravo torrente que no logra
detenerse contento:
mana y mana
con imprevisto curso lamentoso
su fuerza ciega:
gime y goza y canta
porque la vida es eso, trino ardiente,
porque la vida es eso, fuerza ciega,
fuerza que labra el mundo primoroso
y al hombre recostado que dormita
bajo el pinar postrero.

Juan Gil-Albert.

lunes, 5 de agosto de 2013

Si copia tu frente.


Si copia tu frente
Del río cercano la pura corriente
Y miras tu rostro del amor encendido,
Soy yo, que me escondo
Del agua en el fondo
Y, loco de amores, a amar te convido;
Soy yo, que, en tu pecho buscada morada,
Envío a tus ojos mi ardiente mirada,
Mi blanca divina...
Y el fuego que siento la faz te ilumina.

Si en medio del valle
En tardo se trueca tu amor animado,
Vacila tu planta, se pliega tu talle...
Soy yo, dueño amado,
Que, en no vistos lazos
De amor anhelante, te estrecho en mis brazos;
Soy yo quien te teje la alfombra florida
Que vuelve a tu cuerpo la fuerza de la vida;
Soy yo, que te sigo
En alas del viento soñando contigo.

Si estando en tu lecho
Escuchas acaso celeste armonía
Que llena de goces tu cándido pecho,
Soy yo, vida mía...
Soy yo, que levanto
Al cielo tranquilo mi férvido canto;
Soy yo, que, los aires cruzando ligero
Por un ignorado, movible sendero,
Ansioso de calma,
Sediento de amores, penetro en tu alma.


Gustavo Adolfo Bécquer.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...