viernes, 5 de febrero de 2016

Retornos de una sombra maldita.






¿Será difícil, madre, volver a ti?
Feroces somos tus hijos.
Sabes que no te merecemos quizás, que hoy una sombra
maldita nos desune, nos separa
de tu agobiado corazón, cayendo
atroz, dura, mortal, sobre sus telas,
como un oscuro hachazo.
No, no tenemos manos, ¿verdad?, no las tenemos,
que no lo son, ay, ay, porque son garras,
zarpas siempre dispuestas
a romper esas fuentes que coagulan
para ti sola en llanto.
No son dientes tampoco, que son puntas,
fieras crestas limadas incapaces
de comprender tus labios y mejillas.
Han pasado desgracias,
han sucedido, madre, verdaderas
noches sin ojos, albas que no abrían
sino para cerrarse en ciega muerte.
Cosas que no acontecen,
que alguien pensó más lejos,
más allá de las lívidas fronteras del espanto,
madre, han acontecido.
Y todavía por si acaso hubieras,
por si tal vez hubieras soñado en un momento
que en el olvido puede calmar el mar sus olas,
un incesante acoso
un ceñido rodeo
te aprietan hasta hacerte
subir vertida y sin final en sangre.
Júntanos, madre.
Acerca esa preciosa rama tuya,
tan escondida, que anhelamos asir,
estrechar todos, encendiéndonos en ella
como un único fruto de sabor dulce, igual.
Que en ese día, desnudos de esa amarga corteza, liberados
de ese hueso de hiel que nos consume,
alegres, rebosemos
tu ya tranquilo corazón sin sombra.



Rafael Alberti.

jueves, 4 de febrero de 2016

Retrato epigramático.



Fernando Villalón,
almanaque de sol.
Piedra picada
y halo de sombrero.

Si yo fuera cubista
sin dejar de ser Goya, qué retrato.
Y rebosando del chaleco,
reloj de oro y de oro el corazón.

Por la calle Lira
allá va con su médium
Fernando el cristianísimo,
ángel rebelde del espiritismo.


Gerardo Diego.

miércoles, 3 de febrero de 2016

El centinela.




Al pie de su propia sombra
lo mataron.
Al pie de su corazón.


Al caer se cerró el ángulo
de su esperanza en la tierra...
La muerte acabó su espacio.


Al pie de su corazón,
al pie mismo lo mataron:
vértice de su dolor.


¿Cayó su cuerpo en la sombra?
¿La sombra al cuerpo subió?...


Cerrado está el abanico
que su ausencia nos dejó.
Cerrado de un golpe seco:
vértice de su dolor.


Al pie de su propia sombra
lo mataron:
al pie de su corazón.


La muerte acabó su espacio:
ángulo de tierra y sol.


Emilio Prados.

martes, 2 de febrero de 2016

Madrigal.





Se riza en tus cabellos la mañana
alegre de mar y sol.

Y en tus ojos la brisa
juega con tus sonrisas.

Bajo de tu sombrilla,
iluminan la sombra tus palabras
y mis versos te besan las mejillas.

Sobre tu falda,
vas deshojando con las manos
tus canciones.

Juan Chabás Martí.

lunes, 1 de febrero de 2016

locura de la danza.






Su olor se alía a la obediencia de mi memoria
si en el mundo existen hojas ella no tiene la culpa
En los muros de alas sus olvidos
vienen a ser muebles de época su voz agrupa
en la sombra las ráfagas de ojos negros

Sus manos de habitación que comunica con el establo
respiran el orden que reina en el corazón de los rompientes de luz
sus ojos se agrietan en la superficie de un agua de mesa
sobre la mesa una flor sostiene su presencia de espíritu

Ella come las víctimas de un durmiente solitario
Al andar desprende una estatua a cada paso

Pero cuando su piel no es más que una nueva forma de obediencia
la pelusa que mi alma despide hacia su ombligo
sale en tribus de nieve o de huesos sacudidos por la danza
sale de los pequeños túneles de mis piernas visibles


Juan Larrea.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...