viernes, 5 de julio de 2013

¿Fue como beso o llanto?

¿Fue como beso o llanto?
¿Nos hallamos
Con las manos, buscándonos
A tientas, con los gritos,
Clamando; con las bocas
Que el vacío besaban?
¿Fue un choque de materia
Y materia, combate
De pecho contra pecho,
Que a fuerza de contactos
Se convirtió en victoria
Gozosa de los dos,
En prodigioso pacto
De tu ser con mi ser
Enteros?
¿O tan sencillo fue,
Tan sin esfuerzo, como
Una luz que se encuentra
Con otra luz, y queda
Iluminado el mundo,
Sin que nada se toque?
Ninguno lo sabemos.
Ni el dónde. Aquí, en las manos,
Como las cicatrices,
Allí, dentro del alma,
Como un alma del alma,
Pervive el prodigioso
Saber que nos hallamos,
Y que su dónde está
Para siempre cerrado.
Ha sido tan hermoso
Que no sufre memoria,
Como sufren las fechas,
Los nombres o las líneas.
Nada en ese milagro
Podría ser recuerdo:
Porque el recuerdo es
La pena de sí mismo,
El dolor del tamaño,
Del tiempo, y todo fue
Eternidad: relámpago.
Si quieres recordarlo
No sirve el recordar.
Sólo vale vivir
De cara hacia ese dónde,
Queriéndolo, buscándolo.





jueves, 4 de julio de 2013

La luna gira en el cielo


La luna gira en el cielo
Sobre las sierras sin agua
Mientras el verano siembra
Rumores de tigre y llama.

Por encima de los techos
Nervios de metal sonaban.
Aire rizado venía
Con los balidos de lana.

La sierra se ofrece llena
De heridas cicatrizadas,
O estremecida de agudos
Cauterios de luces blancas.

Thamar estaba soñando
Pájaros en su garganta
Al son de panderos fríos
Y cítaras enlunadas.

Su desnudo en el alero,
Agudo norte de palma,
Pide copos a su vientre
Y granizo a sus espaldas.

Thamar estaba cantando
Desnuda por la terraza.
Alrededor de sus pies,
Cinco palomas heladas.

Amnón, delgado y concreto,
En la torre la miraba,
Llenas las ingles de espuma
Y oscilaciones la barba.
Su desnudo iluminado
Se tendía en la terraza,
Con un rumor entre dientes
De flecha recién clavada.

Amnón estaba mirando
La luna redonda y baja,
Y vio en la luna los pechos
Durísimos de su hermana.

Amnón a las tres y media
Se tendió sobre la cama.
Toda la alcoba sufría
Con sus ojos llenos de alas.

La luz, maciza, sepulta
Pueblos en la arena parda,
O descubre transitorio
Coral de rosas y dalias.

Linfa de pozo oprimida
Brota silencio en las jarras.
En el musgo de los troncos
La cobra tendida canta.

Amnón gime por la tela
Fresquísima de la cama.
Yedra del escalofrío
Cubre su carne quemada.

Thamar entró silenciosa
En la alcoba silenciada,
Color de vena y Danubio,
Turbia de huellas lejanas.
Thamar, bórrame los ojos
Con tu fija madrugada.

Mis hilos de sangre tejen
Volantes sobre tu falda.
Déjame tranquila, hermano.

Son tus besos en mi espalda
Avispas y vientecillos
En doble enjambre de flautas.

Thamar, en tus pechos altos
Hay dos peces que me llaman,
Y en las yemas de tus dedos
Rumor de rosa encerrada.

Los cien caballos del rey
En el patio relinchaban.
Sol en cubos resistía
La delgadez de la parra.

Ya la coge del cabello,
Ya la camisa le rasga.
Corales tibios dibujan
Arroyos en rubio mapa.

¡Oh, qué gritos se sentían
Por encima de las casas!
Qué espesura de puñales
Y túnicas desgarradas.

Por las escaleras tristes
Esclavos suben y bajan.
Émbolos y muslos juegan
Bajo las nubes paradas.

Alrededor de Thamar
Gritan vírgenes gitanas
Y otras recogen las gotas
De su flor martirizada.

Paños blancos enrojecen
En las alcobas cerradas.
Rumores de tibia aurora
Pámpanos y peces cambian.

Violador enfurecido,
Amnón huye con su jaca.
Negros le dirigen flechas
En los muros y atalayas.

Y cuando los cuatro cascos
Eran cuatro resonancias,
David con unas tijeras cortó
Las cuerdas del arpa.






miércoles, 3 de julio de 2013

Pensar en ti esta noche

Pensar en ti esta noche
No era pensarte con mi pensamiento,
Yo solo, desde mí. Te iba pensando
Conmigo, extensamente, el ancho mundo.
El gran sueño del campo, las estrellas,
Callado el mar, las hierbas invisibles,
Sólo presentes en perfumes secos,
Todo,
De Aldebarán al grillo te pensaba.

¡Qué sosegadamente
Se hacía la concordia
Entre las piedras, los luceros,
El agua muda, la arboleda trémula,
Todo lo inanimado,
Y el alma mía
Dedicándolo a ti. Todo acudía
Dócil a mi llamada, a tu servicio,
Ascendido a intención y a fuerza amante.
Concurrían las luces y las sombras
A la luz de quererte; concurrían
El gran silencio, por la tierra, plano,
Suaves voces de nubes, por el cielo,
Al cántico hacia ti que en mí cantaba.
Una conformidad de mundo y ser,
De afán y tiempo, inverosímil tregua,
Se entraba en mí, como la dicha entera
Cuando llega sin prisa, beso a beso.

Y casi
Dejé de amarte por amarte más,
En más que en mí, inmensamente confiando
Ese empleo de amar a la gran noche
Errante por el tiempo y ya cargada
De misión, misionera
De un amor vuelto estrellas, calma, mundo,
Salvado ya del miedo
Al cadáver que queda si se olvida.

Pedro Salinas.

martes, 2 de julio de 2013

Las abarcas desiertas.

Las desiertas abarcas
Por el cinco de enero,
Cada enero ponía
Mi calzado cabrero
A la ventana fría.

Y encontraba los días
Que derriban las puertas,
Mis abarcas vacías,
Mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
Ni trajes, ni palabras:
Siempre tuve regatos,
Siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
Me lamió el cuerpo el río
Y del pie a la cabeza
Pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
Para el seis, yo quería
Que fuera el mundo entero
Una juguetería.

Y al andar la alborada
Removiendo las huertas,
Mis abarcas sin nada,
Mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
Tuvo pie, tuvo gana
Para ver el calzado
De mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
Toda gente de botas
Se rió con encono
De mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
Cubrir de sal mi piel,
Por un mundo de pasta
Y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
De la majada mía
Mi calzado cabrero
A la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
Hallaban en sus puertas
Mis abarcas heladas,
Mis abarcas desiertas.









lunes, 1 de julio de 2013

Los consejos del tío Dámaso a Luis Cristóbal.



Haz lo que tengas gana,
Cristobalillo,
lo que te dé la gana,
que es lo sencillo.

Llegaste a un mundo donde
manda la chacha,
mandan los mandamases
y hay poca lacha.

Caso nunca les hagas
a los mayores.
Los consejos de Dámaso
son los mejores.

Tira, mi niño, tira,
si te da gana,
los libros de papito
por la ventana.

Cuélgate de las lámparas y los manteles,
rompe a mamita el vaso
de los claveles.

¿Que hay pelotón de goma?
Chuta e impacta.
¡Duro con la pintura
llamada abstracta!

Rompe tazas y platos.
¡Viva el jolgorio
y las almas benditas
del purgatorio!

La mejor puntería
te la aconsejo
si es que se pone a tiro
cualquier espejo.

Aún hay más divertido:
coge chinillas,
y con un tiragomas,
¡a las bombillas!

Pero ahora se me ocurre
algo estupendo,
donde papá se encierra
vete corriendo.

¡Macho, cuántos papeles!
Tú, con cerillas,
vas y a papá le quemas
esas cosillas...

¡Verás qué cara pone!
¡Qué gracia tiene!
Anda, sin que te vea,
mira que viene.

Vamos a divertirnos
tú y yo, mi cielo.
Es un asco este mundo:
conviene que lo
pongamos boca abajo.

¡Es tan sencillo!
Vamos a hacer un mundo nuevo, 

chiquillo!




El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...