viernes, 13 de diciembre de 2013

Como aquella nube blanca.



Ayer estaba mi amor 
como aquella nube blanca 
que va tan sola en el cielo 
y tan alta, 
como aquella 
que ahora pasa 
junto a la luna 
de plata.

Nube 
blanca, 
que vas tan sola en el cielo 
y tan alta, 
junto a la luna 
de plata, 
vendrás a parar 
mañana, 
igual que mi amor, 
en agua, 
en agua del mar 
amarga.

Mi amor tiene el ritornelo 
del agua, que, sin cesar, 
en nubes sube hasta el cielo 
y en lluvia baja hasta el mar.

El agua, aquel ritornelo, 
de mi amor, que, sin cesar, 
en sueños sube hasta el cielo 
y en llanto baja hasta el mar.

León Felipe.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Los cielos son iguales.


Los cielos son iguales.
Azules, grises, negros,
Se repiten encima
Del naranjo o la piedra:
Nos acerca mirarlos.
Las estrellas suprimen,
De lejanas que son,
Las distancias del mundo.
Si queremos juntarnos,
Nunca mires delante:
Todo lleno de abismos,
De fechas y de leguas.
Déjate bien flotar
Sobre el mar o la hierba,
Inmóvil, cara al cielo.
Te sentirás hundir
Despacio, hacia lo alto,
En la vida del aire.
Y nos encontraremos
Sobre las diferencias
Invencibles, arenas,
Rocas, años, ya solos,
Nadadores celestes,
Náufragos de los cielos.

Pedro Salinas.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío.



Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
Claridad absoluta, transparencia redonda,
Limpidez cuya entraña, como el fondo del río,
Con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
Corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol:
Todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
Del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
Acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
Donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
Para siempre es de noche: para siempre es el día.






martes, 10 de diciembre de 2013

Apasionadamente.



¡Y tanto, y tanto te amo
Que mis palabras mueren
En un rumor de besos sin descanso!

¡Y tanto todavía que mis manos
No te hallan al tocarte!

¡Tanto y tan sin descanso,
Que fluyo, y fluyo, y fluyo,
Y es solamente llanto!

Gabriel Celaya.

lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Vivo del mar?




¿Vivo del mar?...
                          (El mar por mí ha nacido
y al sol del mar mi soledad se acoge.)

Canto a la soledad:
Mar de la soledad ¿por qué no brillas?
Mar de tu soledad vive mi cuerpo.
Mi soledad sin piel también te busca.
¡Soledad soy del mar para cantarte!

Tendido en ti, mi soledad, espero
que al sol de ti mi soledad responda.
-Sobre la soledad del mar que vivo
desnudo en soledad, ¿qué mar se esconde?...

Un mar de angustia en soledad se niega
a darle nombre al mar que estoy cantando;
innominado mar que por mí siento
gemir en soledad de mar que ha sido.

Todo mi cuerpo en soledad abierto,
rindo por verle en soledad su nombre...
Barbecho al sol, mojado por la lluvia
de mi llanto, es el tiempo que le doy. 

Antes de ver, mi soledad, la espiga 
verde y granada sobre el mar que enciendes:
del mar que vivo al sol del mar que acoges
sé que debo arrancar el mar que espero.

Soledad: ¿de qué mar de ti ha venido
el mar sin nombre en mi que estoy cantando?:
-¡Soledad soy de ti: mar de tu vida!-,
sola en el mar mi soledad responde.

¿Mar de mi vida, el mar sin mí se llama?
¿Vive la soledad, mar de mi cuerpo,
y espera en mí su nombre inesperado?
¡Tan sólo aguardar fue lo que he vivido!

No soy mar, soledad, no soy tu nombre
y canto en ti mi nombre de esperanza.

Emilio Prados.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...