viernes, 6 de marzo de 2015

No me conociste.




No me conociste.
Ahora entre los dos
se alarga impasible,
un mes, como un
biombo de días grises.
La primera vez
no te conocí.
La segunda, sí.



Federico García Lorca.

jueves, 5 de marzo de 2015

La Voz a ti Debida - Versos 1946 a 1981.







Me estoy labrando tu sombra. 
La tengo ya sin los labios, 
rojos y duros: ardían. 
Te los habría besado 
aún mucho más. 

Luego te paro los brazos, 
rápidos, largos, nerviosos. 
Me ofrecían el camino 
para que yo te estrechara. 

Te arranco el color, el bulto. 
Te mato el paso. Venías 
derecha a mí. Lo que más 
pena me ha dado, al callártela, 
es tu voz. Densa, tan cálida, 
más palpable que tu cuerpo. 
Pero ya iba a traicionarnos. 

Así 
mi amor está libre, suelto, 
con tu sombra descarnada. 
Y puedo vivir en ti 
sin temor 
a lo que yo más deseo, 
a tu beso, a tus abrazos. 
Estar ya siempre pensando 
en los labios, en la voz, 
en el cuerpo, 
que yo mismo te arranqué 
para poder, ya sin ellos, 
quererte. 

¡Yo que los quería tanto! 
Y estrechar sin fin, sin pena 
-mientras se va inasidera, 
con mi gran amor detrás, 
la carne por su camino-
tu solo cuerpo posible: 
tu dulce cuerpo pensado.

Pedro Salinas.

miércoles, 4 de marzo de 2015

El Príncipe Sainete.







Es soberano de la alegría,
de amores viejos, de galanía;
tiene de diablos un zaguanete
y cuando pasa cual leve brisa
todos le obsequian con franca risa
porque es el Príncipe Don Sainete.

Es una sombra que nos recuerda
galante vida que no fue cuerda
y que evocamos las almas solas
en abanicos de pastorelas,
en los retratos de las abuelas
y en las figuras de las consolas.

En borbotones de risa fresca
viste su grácil Musa diablesca
con la mantilla, con los caireles
y con la falda de medio paso,
y ambos le ponen a su Pegaso
una collera de cascabeles.

Es el que rinde marquesas locas;
muerde las fresas de bellas bocas
de las devotas de las Salesas;
todas le quieren, todas le admiran
y sonrientes todas le miran
desde los tronos de sus calesas.

Es Don Sainete prócer burlesco
y aunque muy noble, muy picaresco.
Desprecia el tedio, reta a la Muerte;
en su manteo siempre embozado,
Goya sublime le ha retratado
entre las sombras de un aguafuerte.

Cosas vulgares, cosas grotescas,
muecas estultas y pierrotescas,
que son las flores de tu tablado...
Con tus escenas hemos reído;
lo que tú dices lo hemos vivido;
lo que tú lloras lo hemos llorado.

Tu egregio padre fue Don Ramón
de la Cruz, genio que en su canción
puso desgaires y desparpajos,
y en sus escenas, sin par galanas,
cantó los ojos de las villanas
y las hazañas de nuestros majos.

Tu carcajada bella y jocunda
todo lo invade, todo lo inunda;
la vida seria te importa un bledo.
Tú siempre hieres, siempre desgarras;
has heredado las antiparras
que hace tres siglos usó Quevedo.

Tu agudo ingenio la vida traza
de nuestra sangre, de nuestra raza,
de nuestra pobre gloria perdida;
es el talento que se interesa
en el desnudo de una duquesa
como en los frescos de la Florida.

Eres la España frívola y loca
que con piropos siempre en la boca
-pero sin ansias de Prometeo-
iba a la zaga de las manolas
mientras volaban las Carmañolas
del otro lado del Pirineo.

Y con los jácaros, con los chisperos
tomaste todos los derroteros
en que dejamos nuestros tesoros;
mas conservando grata alegría,
siempre gozaba y en Dios creía
el feliz pueblo de pan y toros.

Y era aquel pueblo rudo y valiente;
eran leones de ardor latente
aunque fingían galán desmayo;
resucitaron glorias guerreras
y se batieron como unas fieras
en la jornada del Dos de Mayo...

Cosas vulgares, cosas grotescas,
muecas estultas y pierrotescas
que son la flores de tu tablado...
Con tus escenas hemos reído;
lo que tú dices lo hemos vivido;
lo que tú lloras lo hemos llorado.

Las existencias ya desfloradas
mueven a llanto o a risotadas;
a nuestra pobre gloria perdida
la mordaz burla siempre acomete.
Más que tragedia siempre es sainete
ese sainete de nuestra vida.



Mauricio Bacarisse.

martes, 3 de marzo de 2015

A Mercedes en su vuelo.






¡Una viola de luz yerta y helada
eres ya por las rocas de la altura.
Una voz sin garganta, voz oscura
que suena en todo sin sonar en nada.
Tu pensamiento es nieve resbalada
en la gloria sin fin de la blancura.
Tu perfil es perenne quemadura,
tu corazón paloma desatada.
Canta ya por el aire sin cadena
la matinal fragante melodía,
monte de luz y llaga de azucena.
Que nosotros aquí de noche y día
haremos en la esquina de la pena
una guirnalda de melancolía.


Federico García Lorca.

lunes, 2 de marzo de 2015

Carne de mi carne.





Entre lirios de falsa alarma
la insistencia de una avispa deja adivinar tu cuerpo
el ardor ahoga una presa demasiado mía para ser fingida 
nodriza de dos filos sobre su lecho de convidado 
el ardor deshace el nudo de la marisma viviente
donde el amor te esparce y se retira

El ancla de tu palidez se sumerge
hasta la detención de las formas es aquí
donde la lluvia se pinta de azul el corazón
y furtiva una corriente de aire
desmiente ese gesto que significa ignoro
el bello blanco que ofrezco

El ojo lava su párpado al borde confuso de la duda
y descompone tu cabeza en siete ruiseñores mórbidos
lo hay ya necesidad de apagar nuestras heridas
espacio por sí mismo se olvida para plegarse a tus alas.


El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...