viernes, 21 de noviembre de 2014

Pasear contigo en soledad perfecta.





Pasear contigo en soledad perfecta
fondo azul de colinas y a los lados
árboles comprensivos y vigilantes
el doble paso caprichoso y lento.

Pasear contigo en soledad callada
al través de un silencio transparente
la frente levantada al sol que sube
orgulloso del brío de su vuelo.

Pasear contigo por la superficie
de redondez suave de la tierra
con lentitud perseverante y noble...
contigo y tu recuerdo y tu esperanza.


Pedro Garfias.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Ciencia de Amor.




No sé. Sólo me llega, en el venero
de tus ojos, la lóbrega noticia
de dios; sólo en tus labios, la caricia
de un mundo en mies, de un celestial granero.

¿Eres limpio cristal, o ventisquero destructor? 
No, no sé... De esta delicia,
yo sólo sé su cósmica avaricia,
el sideral latir con que te quiero.

Yo no sé si eres muerte o eres vida,
si toco rosa en ti, si toco estrella,
si llamo a Dios o a ti cuando te llamo.

Junco en el agua o sorda piedra herida,
sólo sé que la tarde es ancha y bella,
sólo sé que soy hombre y que te amo.



Dámaso Alonso.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Sobre la misma tierra.




La severidad del mundo, estameña,
el traje de la mujer amada,
el camino de las hormigas por un cuerpo hermosísimo,
no impiden esa tos en el polvo besado,
mientras bajo las nubes bogan aves ligeras.

La memoria como el hilo o saliva,
la miel ingrata que se enreda al tobillo,
esa levísima serpiente que te incrusta su amor
como dos letras sobre la piel odiada.
Esa subida lenta del crepúsculo más rosado,
crecimiento de escamas en que la frialdad es viscosa,
es el roce de un labio independiente
sobre la tierra húmeda,
cuando la sierpecilla mira,
mira, mira a los ojos,
a esa paloma núbil que aletea en la frente.

La noche sólo es un traje.
No sirve rechazar juncos alegando que se trata de dientes,
o de pesares cuya falta de raíz es lo blanco,
o que el fango son palabras deshechas,
las masticadas después del amor,
cuando por fin los cuerpos se separan.
No sirve pretender que la luna 
equivale al brillo de un ropaje algo inútil,
o que es mejor aquella desnudez ardiente,
-si la rana cantando dice que el verde es verde
y que las uñas se ablandan en el barro
por más que el mundo entero intente una seriedad córnea.
Basta entonces sentarse en un ribazo.

O basta acaso, apoyando ese codo que sólo poseemos desde ayer,
escuchar mano en mejilla
la promesa de dicha que canta un pez regalado,
esa voz, no de junco,
que por una botella
emite un alga triste -algo que se parece a un espejo cansado.

Escuchando esa música
se comprende que el bosque cambie de sitio,
que de pronto el corazón se trueque por un monte
o que sencillamente se alargue un brazo 
para repiquetear sobre el cristal delcrepúsculo.

Todo es fácil.
Es fácil amenizar la hora siniestra
tomando la forma de una harmónica,
de ese inútil juguete que en el borde de un río
jamás conseguirá imitar su canción,
o de ese peine inusado
que entre la hierba fresca
no pretende confundirse con la Primavera,
por saber que es inútil.

Mejor sería entonces levantarse y, abandonando
brazos como dos flores largas,
emprender el camino del poniente,
a ver si allá se comprueba lo que ya es tan sabido,
que la noche y el día no son lo negro o lo blanco,
sino la boca misma que duerme entre las rocas,
cuyo alterno respiro
no es el beso o el no beso,
sino el polvo que llueve sobre la tierra mísera.



Vicente Aleixandre.

martes, 18 de noviembre de 2014

La Voz a ti debida Versos 567 a 610.







Todo dice que sí. 
Sí del cielo, lo azul, 
y sí, lo azul del mar; 
mares, cielos, azules 
con espumas y brisas, 
júbilos monosílabos 
repiten sin parar. 
Un sí contesta sí a otro sí. 
Grandes diálogos 
repetidos se oyen 
por encima del mar 
de mundo a mundo: sí. 
Se leen por el aire 
largos síes, relámpagos 
de plumas de cigüeña, 
tan de nieve, que caen, 
copo a copo,
cubriendo la tierra de un enorme, 
blanco sí. 
Es el gran día. 
Podemos acercarnos hoy 
a lo que no habla: 
a la peña, al amor, 
al hueso tras la frente: 
son esclavos del sí. 
Es la sola palabra 
que hoy les concede el mundo. 
Alma, pronto, a pedir, 
a aprovechar la máxima 
locura momentánea, 
a pedir esas cosas 
imposibles, pedidas, 
calladas, tantas veces, 
tanto tiempo, y que hoy 
pediremos a gritos. 
Seguros por un día 
-hoy, nada más que hoy- 
de que los -no- eran falsos, 
apariencias, retrasos, 
cortezas inocentes. 
Y que estaba detrás, 
despacio, madurándose, 
al compás de este ansia 
que lo pedía en vano, 
la gran delicia: el sí.


Pedro Salinas.




lunes, 17 de noviembre de 2014

Epílogo de doble estío.







(Madrid.El Retiro.Verano,1963.)

(Montevideo.Carrasco.Verano, 1963.) 

Este callado arder de oculto fuego 
en que, soñando, el alma se ensimisma, 
es cenicienta, remansada lumbre, 
o llama que me punza y me lastima. 

Siento que se separan mis recuerdos 
de un solo recordar que los olvida: 
Que una sola esperanza me separa 
de tantas esperanzas ya perdidas. 

Y el punzante dolor me va clavando, 
como un latido, su aguzada espina, 
que, al encontrar mi llaga más secreta, 
por el herido corazón respira.



José Bergamín.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...