viernes, 13 de julio de 2018

Manantial y ocaso.


Ojo, no por su forma,
sí por estar a llanto sometido.
Por ceja, espeso verde enmarañado,
liso y pendiente campo por mejilla.
Las casas dan al viento sus senderos,
mientras, para cortar la flor del valle,
clavándose los rayos inferiores
baja a la tierra el sol, aureolado.
Cuando se oculte entre las yerbas altas
las blancas ropas que tendió en sus rayos
la guapa lavandera de la aurora,
en vidrios paralelos deshiladas caerán.
Carne dulce del árbol, el viento de piel rosa
con la mano sostiene su abanico naranja.
La noche -negro médico-
le toma el pulso al río y despide a la tarde
que se va para América leyendo en la cubierta
en su gran trasatlántico.


Manuel Altolaguirre.

jueves, 12 de julio de 2018

Rosa estrellada.


Mi libertad buscaba su destino
Por el caos peor del mal artista,
Y creyendo entrever mi propia pista
Vagaba aún sin inventar camino.

De pronto, suerte, sin milagro advino
Como una aparición, y fue prevista
Sin ningún titubeo la conquista
De un orbe tan oculto al adivino.

La suerte nos trabó con tanta fuerza
Que nuestras vidas, libres siempre y juntas,
Siguieron rumbo cada vez más claro.

Solo destino al fin. No hay quien lo tuerza.
La rosa de los vientos da las puntas
De mi estrella contigo: nuestro faro.


Jorge Guillén.

miércoles, 11 de julio de 2018

Mi voz.


A Dámaso Alonso

He nacido una noche de verano
entre dos pausas.
Háblame: te escucho.
He nacido.
Si vieras qué agonía representa
la luna sin esfuerzo.
He nacido.
Tu nombre era la dicha;
bajo un fulgor una esperanza, un ave.
Llegar, llegar.
El mar era un latido,
el hueco de una mano, una medalla tibia.
Entonces son posibles ya las luces,
las caricias, la piel, el horizonte,
ese decir palabras sin sentido
que ruedan como oídos, caracoles,
como un lóbulo abierto que amanece
-escucha, escucha- entre la luz pisada.


Vicente Aleixandre

martes, 10 de julio de 2018

La vocación.



Cada minuto viene tan repleto
que su fuerza no pasa,
y aunque el reloj sujeto,
no se humilla a su tasa justa,
no se disuelve en un discreto suspiro.
Por debajo de un más sensible
sin cesar presente, cada minuto siente
que seduce una voz a su trabajo.
Dame tu amor, tu lento amor, detente.



Jorge Guillén.

lunes, 9 de julio de 2018

Dibujo.



¡Qué despejada la frente!
Las cejas, rubio horizonte
que separa al mar del cielo.
Transparentes y cercanas,
las aguas del mar del rostro.
Sobre el coral, los dos peces.


Manuel Altolaguirre.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...