viernes, 10 de enero de 2014

La doncella raptada.



Va a la grupa la doncella
sobre un corcel de oro y plata,
entre el alhelí y el plomo
del cielo y el campo en calma.
Va a la grupa la doncella
aunque ella sola cabalga.
Su rubia llama de pelo
ha de encender la borrasca
cuando se desasosiegue
la tarde en paz, gris y cárdena.
Aleteos del abril
asustan a la hoja plácida
y afilan sus acicates
en la hora desenfrenada
para hundirlos en la prisa
de las nubosas ijadas.
Por los llanos va el corcel,
con luces de oro y de plata,
y, en la grupa, la doncella
que en las tormentas se escapa.
El campo la ve correr
con su miopía entornada.
Un amor de río gentil
se criba entre las pestañas
de los chopos espigados,
y el verde mirar del agua
no sabe descifrar quién
es el raptor que la rapta.
Nadie se ve en la montura.
La niña va arrebatada.
Alhelíes de centellas
de olientes tormentas cárdenas
no aclararán la visión
de la llanura obcecada.
La tarde es perla siniestra;
el corcel es de oro y plata.
Como un eco del galope
se oye un trote de tronada.
No hará visible al galán
la encendida catarata.
Va a la grupa la doncella
aunque ella sola cabalga.

Mauricio Bacarisse.

jueves, 9 de enero de 2014

Tú nunca entenderás lo que te quiero.




Tú nunca entenderás lo que te quiero
Porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando perseguido
Por una voz de penetrante acero.
Norma que agita igual carne y lucero
Traspasa ya mi pecho dolorido
Y las turbias palabras han mordido
Las alas de tu espíritu severo.
Grupo de gente salta en los jardines
Esperando tu cuerpo y mi agonía
En caballos de luz y verdes crines.
Pero sigue durmiendo, vida mía.
¡Oye, mi sangre rota en los violines!
¡Mira que nos acechan todavía!



Federico García Lorca.

miércoles, 8 de enero de 2014

Adolescente fui en días idénticos a nubes.



Adolescente fui en días idénticos a nubes,
cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.

Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquel fui, aquel fui, aquel he sido...
era la ignorancia mi sombra.

Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.

Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.


Luis Cernuda.

martes, 7 de enero de 2014

A mi alma.


Siempre tienes la rama preparada
para la rosa justa; andas alerta
siempre, el oído cálido en la puerta
de tu cuerpo, a la flecha inesperada.


Una onda no pasa de la nada,
que no se lleve de tu sombra abierta
la luz mejor. De noche, estás despierta
en tu estrella, a la vida desvelada.


Signo indeleble pones en las cosas.
luego, tornada gloria de las cumbres,
revivirás en todo lo que sellas.


Tu rosa será norma de las rosas;
tu oír, de la armonía; de las lumbres
tu pensar; tu velar, de las estrellas.



Juan Ramón Jiménez.

      Eternidad. Este jardín donde estoy siempre estuvo en mí. No existo. Tanta vida, tal conciencia, borran mi ser en el tiempo. Conocer la...