viernes, 11 de abril de 2014

No verte.




Un día y otro día y otro día. 
    No verte.

Poderte ver, saber que andas tan cerca, 
que es probable el milagro de la suerte. 
    No verte.

Y el corazón y el cálculo y la brújula, 
fracasando los tres. No hay quien te acierte. 
    No verte.

Miércoles, jueves, viernes, no encontrarte, 
no respirar, no ser, no merecerte. 
    No verte.

Desesperadamente amar, amarte 
y volver a nacer para quererte. 
    No verte.

Sí, nacer cada día. Todo es nuevo. 
Nueva eres tú, mi vida, tú, mi muerte. 
    No verte.

Andar a tientas - y era mediodía - 
con temor infinito de romperte. 
    No verte.

Oír tu voz, oler tu aroma, sueños, 
ay, espejismos que el desierto invierte. 
    No verte.

Pensar que tú me huyes, me deseas, 
querrías encontrarte en mí, perderte. 
    No verte.

Dos barcos en la mar, ciegas las velas. 
¿Se besarán mañana sus estelas?






jueves, 10 de abril de 2014

Como la mar, los besos.



No importan los emblemas
ni las vanas palabras que son un soplo sólo.
Importa el eco de lo que oí y escucho.
Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar
aquí aún te hablo.

Eras más consistente,
más duradera, no porque te besase,
ni porque en ti asiera firme a la existencia.
Sino porque como la mar
después que arena invade temerosa se ahonda.

En verdes o en espumas la mar, se aleja.
Como ella fue y volvió tú nunca vuelves.

Quizá porque, rodada
sobre playa sin fin, no pude hallarte.
La huella de tu espuma,
cuando el agua se va, queda en los bordes.

Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que
en mí quedara.
Como un alga tus besos.
Mágicos en la luz, pues muertos tornan.


Vicente Aleixandre.

lunes, 7 de abril de 2014

Y no es verdad, dolor.




Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
Tú eres nostalgia de la vida buena
Y soledad de corazón sombrío,
De barco sin naufragio y sin estrella.

Como perro olvidado que no tiene
Huella ni olfato y yerra
Por los caminos, sin camino, como
El niño que en la noche de una fiesta

Se pierde entre el gentío
Y el aire polvoriento y las candelas
Chispeantes, atónito, y asombra
Su corazón de música y de pena.

Así voy yo, borracho melancólico,
Guitarrista lunático, poeta,
Y pobre hombre en sueños,
Siempre buscando a Dios entre la niebla.



Antonio Machado.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...