viernes, 2 de noviembre de 2018

Pan.


En el pan de tanta miga
-apretadamente suave-
a más sol de julio sabe,
dorada quietud de espiga,
la corteza. Siga, siga
variando el atractivo
del festín. Está cautivo
mi gusto. Bien lo acompaña
-Esencia que fuese entraña-
el pan, el pan sustantivo.

Jorge Guillén.

miércoles, 31 de octubre de 2018

Rostro final.


La decadencia añade verdad, pero no halaga.
Ah, la vicisitud  no se cancelará,
pues todo es el tiempo.
Más sí su doloroso error, su poso triste.
Más bien su torva imagen.
su residuo imprimido: allí el horror sin máscara.
Pues no es el viejo la máscara sino otra desnudez impúdica;
más allá de la piel se está asomando, sin dignidad.
Desorden: no es un rostro el que vemos.
Por eso, cuando el viejo exhibe su hilarante visión
se ve entre rejas, degradado el recuerdo de algún vivir,
 y asoma la afilada nariz, comida o roída, el pelo quedo,
estopa, la gota turbia que hace el ojo,
y el hueco o sima donde estuvo la boca y falta.
Allí una herida seca aún se abre y remeda algún son: un fuelle triste.
Con garfios cogidos a los hierros, mascullándose
sonidos rotos por unos dientes grandes, amarillos,
que de otra especie son, si existen.
Ya no humanos.
Allí tras ese rostro un grito queda,
un alarido suspenso, la gesticulación sin tiempo...
Y allí entre hierros vemos la mentira final.
La ya no vida.

Vicente Aleixandre.

martes, 30 de octubre de 2018

Lo invisible. No me has querido.



No me has querido y huyes por tus años,
dejándome el recuerdo permanente
de una durable juventud perfecta.
Otros verán tu vida deshacerse.
Yo conservaré siempre en mi memoria
lo que mis ojos no tendrán en suerte.
Dejarás de ser tú aunque no mueras;
aunque no vivas te tendré en mi frente.
Siempre joven serás en mi recuerdo.
Esto gané, mi vida, con perderte.


Manuel Altolaguirre.

lunes, 29 de octubre de 2018

Orilla vespertina.


El mar en el sosiego de esta hora
De este retiro, casi una ensenada,
Se torna lago, lago de crepúsculo
Donde no insisten nunca los instantes
Del apenas azul
Ya gris,
Un gris rosado que se vuelve rosa
Con indicios de malva,
Malva sobre el sosiego
Lentamente más gris, menos azul
De esta orilla marina,
O fluvial, o lacustre.
Barcas, y solitarias,
Y pocas. No las mece el oleaje.
Con indolencia de final de día
Recogen la difusa
Ya paz,
Una paz de abandono
Sobre el gris de las aguas
Laxitud, que es ya tregua,
La dulce laxitud
Del día bien cumplido
Con sus rosas el mar
Aspira a perfección, espera el sueño.

Jorge Guillén.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...