viernes, 5 de abril de 2013



Otras canciones a Guiomar
1. 


¡Sólo tu figura,
como una centella blanca,
en mi noche oscura!


¡Y en la tersa arena,
cerca de la mar,
tu carne rosa y morena,
súbitamente, Guiomar!


En el gris del muro,
cárcel y aposento,
y en un paisaje futuro
con sólo tu voz y el viento;


en el nácar frío
de tu zarcillo en mi boca,
Guiomar, y en el calofrío
de una amanecida loca;


asomada al malecón
que bate la mar de un sueño,
y bajo el arco del ceño
de mi vigilia, a traición,
¡siempre tú!


Guiomar, Guiomar,
mírame en ti castigado:
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.






jueves, 4 de abril de 2013



Canciones a Guiomar.




2. En un jardín te he soñado.

En un jardín te he soñado,
alto, Guiomar, sobre el río,
jardín de un tiempo cerrado
con verjas de hierro frío.

Un ave insólita canta
en el almez, dulcemente,
junto al agua viva y santa,
toda sed y toda fuente.

En ese jardín, Guiomar,
el mutuo jardín que inventan
dos corazones al par,
se funden y complementan
nuestras horas. Los racimos
de un sueño -juntos estamos-
en limpia copa exprimimos,
y el doble cuento olvidamos.

(Uno: mujer y varón,
aunque gacela y león,
llegan juntos a beber.
El otro: no puede ser
amor de tanta fortuna:
dos soledades en una,
ni aun de varón y mujer.)


Por ti el mar ensaya olas y espumas,
y el iris, sobre el monte, otros colores,
y el faisán de la aurora canto y plumas,
y el búho de Minerva ojos mayores.
Por ti...

¡oh Guiomar!...



Antonio Machado.

miércoles, 3 de abril de 2013

Abril florecía.


Abril florecía 
frente a mi ventana. 
Entre los jazmines 
y las rosas blancas 
de un balcón florido, 
vi las dos hermanas. 
La menor cosía, 
la mayor hilaba ... 


Entre los jazmines 
y las rosas blancas, 
la más pequeñita, 
risueña y rosada 
¿su aguja en el aire?, 
miró a mi ventana. 

La mayor seguía 
silenciosa y pálida, 
el huso en su rueca 
que el lino enroscaba. 


Abril florecía 
frente a mi ventana. 

Una clara tarde 
la mayor lloraba, 
entre los jazmines 
y las rosas blancas, 
y ante el blanco lino 
que en su rueca hilaba. 
?¿Qué tienes ?le dije? 
silenciosa pálida?

 
Señaló el vestido 
que empezó la hermana. 
En la negra túnica 
la aguja brillaba; 
sobre el velo blanco, 
el dedal de plata. 
Señaló a la tarde 
de abril que soñaba, 
mientras que se oía 
tañer de campanas. 
Y en la clara tarde 
me enseñó sus lágrimas...


Abril florecía 
frente a mi ventana. 

Fue otro abril alegre 
y otra tarde plácida. 
El balcón florido 
solitario estaba... 
Ni la pequeñita 
risueña y rosada, 
ni la hermana triste, 
silenciosa y pálida, 
ni la negra túnica, 
ni la toca blanca... 


Tan sólo en el huso 
el lino giraba 
por mano invisible, 
y en la oscura sala 
la luna del limpio 
espejo brillaba... 


Entre los jazmines 
y las rosas blancas 
del balcón florido, 
me miré en la clara 
luna del espejo 
que lejos soñaba... 


Abril florecía 
frente a mi ventana.





Antonio Machado.

martes, 2 de abril de 2013


XVII


Yo sé cuál el objeto
de tus suspiros es.
Yo conozco la causa de tu dulce
secreta languidez.

¿Te ríes...? Algún día
sabrás, niña, por qué:
Tú acaso lo sospechas,
y yo lo sé.

Yo sé cuándo tú sueñas,
y lo que en sueños ves;
como en un libro puedo lo que callas
en tu frente leer.

¿Te ríes...? Algún día
sabrás, niña, por qué:
Tú acaso lo sospechas
y yo lo sé.

Yo sé por qué sonríes
y lloras a la vez.
Yo penetro en los senos misteriosos
de tu alma de mujer.

¿Te ríes...? Algún día
sabrás, niña, por qué:
mientras tú sientes mucho y nada sabes,
yo que no siento ya, todo lo sé.


Gustavo Adolfo Bécquer.

lunes, 1 de abril de 2013

XI


Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.

Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh! ¡hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera al oído cantártelo a solas.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...