miércoles, 23 de marzo de 2016

Hado español de la belleza.




Te veo mientras pasas
sellado de granates primitivos,
por el turquí completo de Moguer.

Te veo sonreír; acariciar, limpiar,
equilibrar los astros desviados
con embeleso cálido de amor;
impulsarlos con firme suavidad
a sostener la maravilla exacta
de este cuartel del incesante mundo.

-No sé si eres el único
o la réplica mágica del único;
pero, uno entre dioses descielados tú,
solo entre carnes de ascensión,
sin leyes que te afeen la mirada
yo voy a ti porque te veo
trabajando belleza desasida,
en tus días sin trono,
en tus noches en pie-.

Te veo infatigable variando
con maestría inmensamente hermosa
decoraciones infinitas
en el desierto oeste de la mar;
te veo abrir, mudar tesoros,
sin mirar que haya ojo que te mire,
¡rey del gozo en la obra sola y alta,
hado inventor, ente continuador
de lo áureo y lo insólito!


Juan Ramón Jiménez.

martes, 22 de marzo de 2016

Como un grueso perfume.


Como un grueso perfume
se agrandaba opulento
rozando con sus bordes
interiores del alma,
y luego, al alejarse
en las paredes íntimas,
abandonó consciente
-señal, vestigio, huella-
la fina piel suavísima
de su último contorno.

Hueco de olor, el cuatro
perfil de aroma ofrece
a pesquisas de olfato:
señal, vestigio, huella,
del tránsito de un libro.


Manuel Altolaguirre.

lunes, 21 de marzo de 2016

Amsterdam.




Esta noche te cruzan
verdes, rojas, azules, rapidísimas
luces extrañas por los ojos.
¿Será tu alma?
¿Son luces de tu alma, si te miro?
Letras son, nombres claros al revés, en tus ojos.
Son nombres: Universum,
se iluminan, se apagan, con latidos de luz de corazón.
Universum.
Miro; ya sé; ya leo:
Universum cinema, ocho cilindros,
saldo de blanco junto a las estrellas.
Te quiero así inocente, toda ajena,
palpitante en lo que está fuera de ti, tus ojos
proclamando las vívidas
verdades de colores de la noche.
Las compraremos todas
cuando se abran las tiendas, ahora mismo
-Universum cinema-, cuando bese
las luces de tu alma, sí, las luces,
anuncios luminosos de la vida
en la noche, en tus ojos.

Pedro Salinas.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...