viernes, 8 de marzo de 2019

Adolescentes.


Sobre la eterna piedra del mundo tan compacto
la traza débil, fresca, de tu desnudo cuerpo.
Todo es muy duro y agrio, se rebela enemigo,
y te alzas tan joven y segura, tan tierna...

No es verdad que las flores luchen siempre calladas.
Ellas gritan su olor y se mueren temprano,
cuando tú, que eres más, sufres doble que ellas
y además mueres tarde, porque ya te marchitas.


Carmen Conde.

jueves, 7 de marzo de 2019

Entre anoche y este día.


Entre anoche y este día
hay una frontera vaga,
cual suspiro entre dos labios
que estrecho se dilatara.

Esta hora, este suspiro,
no retrocede ni avanza:
a mi derecha, a mi izquierda,
como si fueran dos alas,
se despliegan infinitas
sus eternidades pálidas.

Eternidades que están
atravesando mi alma,
que, si no muere, está herida
por la primer luz del alba.

Ya nada importa que el sol
calcine estepas sembradas,
o haga florecer destellos
en las llanuras del agua,
que mi vida se detuvo
en aquella madrugada,
espuma de luz y sombra,
momento que no se acaba.

Aquí lo tengo presente,
aquí reluce su raya,
barandal por donde miro
el abismo de la nada,
gris horizonte que borra
lo que yo más adoraba.

Quien murió, vive entre brumas
en la niebla de mis lágrimas.

Manuel Altolaguirre.

miércoles, 6 de marzo de 2019

El más claro.


Recreándose en más luz
La palma se expone, juega:
Mano de niño hacia el sol.
Alumbren así, dominen,
Embelesen a su mundo
Las simpatías rosadas
De una piel que aún se ignora.
Mano de niño solar:
Palma del único en tierra
Tan denso de amanecer.


Jorge Guillén.

martes, 5 de marzo de 2019

Vida Poética. Comunión.


La muerte y las ausencias despoblaron
corazones y estancias. ¡Cuánto olvido
miserable y contento tras las puertas!

¡Si yo pudiera ser el que volviese,
el que ya nunca es esperado!
Quisiera entrar y darme con figura
diferente y amada en cada sitio.

Me asomo a las ventanas. ¿Me conocen?
En la luz amarilla me sonríen.

Se dan contra mi cara, piel adentro,
el padre que se fue, el hermano o el hijo.
Me asomo a las ventanas.


Manuel Altolaguirre.

lunes, 4 de marzo de 2019

Primavera.


Abril, sin tu asistencia clara, fuera
invierno de caídos esplendores;
mas aunque abril no te abra a ti sus flores,
tú siempre exaltarás la primavera.

Eres la primavera verdadera;
rosa de los caminos interiores,
brisa de los secretos corredores,
lumbre de la recóndita ladera.

¡Qué paz, cuando en la tarde misteriosa,
abrazados los dos, sea tu risa
el surtidor de nuestra sola fuente!

Mi corazón recojerá tu rosa,
sobre mis ojos se echará tu brisa,
tu luz se dormirá sobre mi frente...

Juan Ramón Jiménez.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...