viernes, 25 de octubre de 2019

Bajo la luz primera.


Porque naciste en la aurora
y porque con tu mano mortal acariciaste suavemente la tenaz piel del tigre,
y porque no sabes si las aves cruzan hoy por los cielos o vuelan solamente
en el azul de tus ojos,
tú, no más ligero que el aire,
pero tan fugaz en la tierra,
naces, mortal, y miras
y entre solares luces pisando
hacia un soto desciendes.

Aposentado estás en el valle.
Dichoso miras la casi imagen de ti que,
más blanda, encontraste.
Amala prontamente. Todo el azul es suyo,
cuando en sus ojos brilla el envío dorado
de un sol de amor que vuela con alas en el fondo
de sus pupilas. Bebe, bebe amor.
¡Es el día!

¡Oh instante supremo del vivir! ¡Mediodía completo!
Enlazando una cintura rosada, cazando con tus manos
el palpitar de unas aves calientes en el seno,
sorprendes entre labios amantes el fugitivo soplo de la vida.

Y mientras sientes sobre tu nuca lentamente girar la bóveda celeste
tú estrechas un universo que de ti no es distinto.

Apoyado suavemente sobre el soto ligero,
ese cuerpo es mortal, pero acaso lo ignoras.
Roba al día su céfiro: no es visible, mas mira
cómo vuela el cabello de esa testa adorada.

Si sobre un tigre hermoso, apoyada, te contempla,
y una leve gacela más allá devora el luminoso césped,
tú derramado también, como remanso bordeas
esa carne celeste que algún dios te otorgara.

Águilas libres, cóndores soberanos,
altos cielos sin dueño que en plenitud deslumbran,
brillad, batid sobre la fértil tierra sin malicia.
¿Quién eres tú, mortal, humano, que desnudo en el día
amas serenamente sobre la hierba noble?
Olvida esa futura soledad, muerte sola,
cuando una mano divina cubra con nube gris el mundo nuevo.

Vicente Aleixandre.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Mediterráneo. (Versilla)



Sobre la playa de este mediodía,
Arena o luz con oleaje denso,
Al sol que es ya cruel un indefenso
Casi-desnudo busca y se confía.

La dama ofrece entonces su armonía
De salud y hermosura en un incienso
De culto al dios solar.
-Y mientras, pienso como yo a tanta fe respondería-.

Siempre feliz, el cuerpo da señales
De la atención muy tensa que los rayos
Desde el cenit consagran a la hermosa.

Inmóvil, ella acepta las brutales
Caricias de este cielo como ensayos
De un amor mitológico a una diosa.

Jorge Guillén.

lunes, 21 de octubre de 2019

La memoria quisiera.



La memoria quisiera con sus redes
Salvarnos eso que se nos escapa,
Casi deshecho por continua zapa,
Abismo abajo, pútridas paredes.

Todo se descompone. Tú no puedes,
Memoria infiel, guardar tras esa capa
De mendigo tus joyas, y en un mapa
De remiendos concluyen tus mercedes.

Algo flota, por fin, contra el olvido
Que sin cesar rehace su marea
Con su reiteración de rollo lento.

En la orilla se yergue un conmovido
Náufrago de alta mar. Dice, jadea,
Algo evoca su voz. Si fue, ya es cuento.

Jorge Guillén.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...