viernes, 25 de octubre de 2013

En plenitud.



Después de aquella ventura 
gozada, y no por suerte 
ni error - mi sino es quererte, 
ventura, como madura 
realidad que me satura 
si de veras soy - 
después de la ráfaga en la mies 
que ondeó, que se rindió, 
nunca el alma dice: no. 
¿Qué es ventura?
Lo que es.

Jorge Guillén.

jueves, 24 de octubre de 2013

La casada infiel.




Y que yo me la llevé al río
Creyendo que era mozuela,
Pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
Y casi por compromiso.

Fue la noche de Santiago
Y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
Y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
Toqué sus pechos dormidos,
Y se me abrieron de pronto
Como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua
Me sonaba en el oído
Como una pieza de seda
Rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
Los árboles han crecido,
Y un horizonte de perros
Ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
Los juncos y los espinos,
Bajo su mata de pelo
Hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo, el cinturón con revólver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
Tienen el cutis tan fino,
Ni los cristales con luna
Relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
Como peces sorprendidos,
La mitad llenos de lumbre,
La mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
El mejor de los caminos,
Montado en potra de nácar
Sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
Las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
Me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
Yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
Las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
Grande, de raso pajizo,
Y no quise enamorarme
Porque teniendo marido
Me dijo que era mozuela
Cuando la llevaba al río.






miércoles, 23 de octubre de 2013

Así la muerte.




Sí, el escombro, las fuentes,
las misteriosas fuerzas que dos espinas juntan,
el gas que sin angustia ni dolor se dilata,
la diminuta oruga que prueba los calores,
el lienzo destejido,
la arcilla, el hierro, el cáñamo fecundo.

Y el papel,
el olvido de más dolientes hombres,
la aguja en que llovían,
el pesaroso estambre que hirieron en sus luchas,
su muerta luz, sus ríos,
la forma o la memoria que volaron sus aves...

Visitador constante de la eterna dolencia
allí junto a la piedra que sin ser ala ríe
como el agua y la llama siendo por ser sin límites:
¡Oh feliz persistencia de mi cuerpo en el mundo!
entrar, volver de nuevo, estar continuo en su presente.

Aunque... ¿adónde? ¿hacia dónde? ¿hacia dentro? ¿hacia
fuera? ¿hacia siempre? ¿hacia nunca?...
Vivir: perenne instancia de mi amor o la luna
para dorar tan sólo un halo en cada viento.

Emilio Prados.

martes, 22 de octubre de 2013

De mirarte tanto y tanto.


De mirarte tanto y tanto,
De horizonte a la arena,
Despacio,
Del caracol al celaje,
Brillo a brillo, pasmo a pasmo,
Te he dado nombre; los ojos
Te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
Soñando que te miraba,
Al abrigo de los párpados
Maduró, sin yo saberlo,
Este nombre tan redondo
Que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
De lo tarde que lo dicen.
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
En el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mí,
Desde el día
Que mis ojos te estrenaron,
El contemplado, el constante
Contemplado!

Pedro Salinas.

lunes, 21 de octubre de 2013

El tonto de Rafael.




Por las calles, ¿quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tonto llovido del cielo,
del limbo, sin un ochavo.
Mal pollito colipavo,
sin plumas, digo, sin pelo.
¡Pío-pic!, pica, y al vuelo
todos le pican a él.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tan campante, sin carrera,
no imperial, sí tomatero,
grillo tomatero, pero
sin tomate en la grillera.
Canario de la fresquera,
no de alcoba o mirabel.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Tontaina tonto del higo,
rodando por las esquinas
bolas, bolindres, pamplinas
y pimientos que no digo.
Mas nunca falta un amigo
que le mendigue un clavel.
¿Quién aquél?
¡El tonto de Rafael!
Patos con gafas, en fila,
lo raptarán tontamente
en la berlina inconsciente
de San Jinojito el lila.
¿Qué runrún, qué retahíla
sube el cretino eco fiel?
¡Oh, oh, pero si es aquél
el tonto de Rafael

 Rafael Alberti.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...