viernes, 30 de diciembre de 2016
Figuraciones.
Parecen nubes.
Veleras voladoras, lino, pluma,
al viento al mar, a las ondas
-parecen el mar- del viento,
al nido, al puerto, horizontes,
certeras van como nubes.
Parecen rumbos. Taimados
los aires soplan al sesgo,
al sur equivoca al norte,
alas, quillas, trazan rayas
-aire, nada, espuma, nada-,
sin dondes. Parecen rumbos.
Parece el azar. Flotante
en brisas, olas, caprichos,
¡qué disimulado va,
tan seguro, a la deriva
querenciosa del engaño!
¡Qué desarraigado, ingrávido,
entre voces, entre imanes,
entre orillas, fuera, arriba,
suelto! Parece el azar.
Pedro Salinas.
jueves, 29 de diciembre de 2016
Ruptura sin palabras.
Áspero, el camino
entre cerros pardos.
Rastreros los vientos,
arrancaban altos
quejidos de polvo
a la tierra triste.
En las eras mondas
amargos se hacían
pimientos secándose.
Tu mirar caía
con su cuerpo blanco
siempre sobre púas,
chumberas, picachos,
del agrio paisaje erizado.
Los ojos, cerrarlos.
Pero hablar tampoco.
Al salir afuera
se torcían todos
los deseos candidos.
En los labios secos
los odios expósitos
del aire, esperando,
sacaban el filo
malo al sí y al no.
¡Qué herir sin querer
si decías tú,
si decía yo,
algo!
Hablar tampoco.
Dejar al silencio
en su forcejeo
con ecos distantes
de cabras y galgos.
Y no pensar nada.
Porque las de nunca,
centellas, maldades,
las desconocidas
iras soterradas
erguíanse dentro,
ya, de ti y de mí.
La tarde azuzando
nuestros dos destinos,
tan juntos, les daba
amarguras, polvo,
sañas y sequía:
armas contra ti,
amor de los dos.
Sin hablar, sin nada,
sentí que ya estábamos
frente a frente. Toda
desnuda te vi
en tu yo más malo.
Lo que yo te quise
-¡qué tiempo lentísimo!-
en minutos rápidos
se iba desamando.
Pedro Salinas.
miércoles, 28 de diciembre de 2016
Polen.
Somos el polen de la tierra,
oscura flor del firmamento,
el viento de la muerte nos arrastra
por los grises jardines de un ensueño.
Nuestra ausencia es tan sólo
errático vagar entre luceros.
¿Qué nueva flor, enfrente de qué mundo,
nuevo narciso de tu pensamiento,
resucitada gloria ha de ofrecerte
ante la clara prisa de un espejo?
¿Qué forma soñarás para tu alma?
¿Cómo reconocerte si te encuentro?
Manuel Altolaguirre.
martes, 27 de diciembre de 2016
Radiador y fogata.
Se te ve, calor, se te ve.
Se te ve lo rojo, el salto,
la contorsión, el ay, ay.
Se te ve el alma, la llama.
Salvaje, desmelenado,
frenesí yergues de danza
sobre ese futuro tuyo
que ya te está rodeando,
inevitable, ceniza.
Quemas.
Sólo te puedo tocar
en tu reflejo, en la curva
de plata donde exasperas en frío
las formas de tu tormento.
Chascas: es que se te escapan
suspiros hacia la muerte.
Pero tú no dices nada
ni nadie te ve, ni alzas
a tu consunción altares de llama.
Calor sigiloso.
Formas te da una geometría
sin angustia.
Paralelos tubos son tu cuerpo.
Nueva criatura, deliciosa
hija del agua, sirena
callada de los inviernos
que va por los radiadores
sin ruido, tan recatada,
que sólo la están sintiendo,
con amores verticales,
los donceles cristalinos,
Mercurios en los termómetros.
Pedro Salinas.
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