viernes, 27 de noviembre de 2015

Plenitud del amor.





¿Qué fresco y nuevo encanto,
qué dulce perfil rubio emerge
de la tarde sin nieblas?
Cuando creí que la esperanza, la ilusión, la vida,
derivaba hacia oriente
en triste y vana busca del placer.
Cuando yo había visto bogar por los cielos
imágenes sonrientes, dulces corazones cansados,
espinas que atravesaban bellos labios,
y un humo casi doliente donde palabras amantes
se deshacían como el aliento del amor sin destino...
Apareciste tú, ligera como el árbol,
como la brisa cálida que un oleaje envía del mediodía,
envuelta en las sales febriles, como en las frescas aguas del azul.

Un árbol joven, sobre un limitado horizonte,
horizonte tangible para besos amantes;
un árbol nuevo y verde que melodiosamente mueve sus hojas altaneras
alabando la dicha de su viento en los brazos.

Un pecho alegre, un corazón sencillo como la pleamar remota
que hereda sangre, espuma, de otras regiones vivas.
Un oleaje lúcido bajo el gran sol abierto,
desplegando las plumas de una mar inspirada;
plumas, aves, espumas, mares verdes o cálidas:
todo el mensaje vivo de un pecho rumoroso.

Yo sé que tu perfil sobre el azul tierno del crepúsculo entero
no finge vaga nube que un ensueño ha creado.
¡Qué dura frente dulce, qué piedra hermosa y viva,
encendida de besos bajo el sol melodioso,
es tu frente besada por unos labios libres,
rama joven bellísima que un ocaso arrebata!

¡Ah, la verdad tangible de un cuerpo estremecido
entre los brazos vivos de tu amante furioso,
que besa vivos labios, blancos dientes, ardores
y un cuello como un agua cálidamente alerta!

Por un torso desnudo tibios hilillos ruedan.
¡Qué gran risa de lluvia sobre tu pecho ardiente!
¡Qué fresco vientre terso, donde su curva oculta
leve musgo de sombra rumoroso de peces!

Muslos de tierra, barcas donde bogar un día
por el músico mar del amor enturbiado,
donde escapar libérrimos rumbo a los cielos altos
en que la espuma nace de dos cuerpos volantes.

¡Ah, maravilla lúcida de tu cuerpo cantando,
destellando de besos sobre tu piel despierta:
bóveda centelleante, nocturnamente hermosa,
que humedece mi pecho de estrellas o de espumas!

Lejos ya la agonía, la soledad gimiente,
las torpes aves bajas que gravemente rozaron mi frente
en los oscuros días del dolor.
Lejos los mares ocultos que enviaban sus aguas,
pesadas, gruesas, lentas, bajo la extinguida zona de la luz.

Ahora vuelto a tu claridad no es difícil
reconocer a los pájaros matinales que pían,
ni percibir en las mejillas los impalpables velos de la aurora,
como es posible sobre los suaves pliegues de la tierra
divisar el duro, vivo, generoso desnudo del día,
que hunde sus pies ligeros en unas aguas transparentes.

Dejadme entonces, vagas preocupaciones de ayer.
abandonar mis lentos trajes sin música,
como un árbol que depone su luto rumoroso.
su mate adiós a la tristeza, para exhalar feliz sus hojas verdes,
sus azules campanulas y esa gozosa espuma que cabrillea en su copa
cuando por primera vez le invade la riente primavera.

Después del amor, de la felicidad activa del amor, reposado,
tendido, imitando descuidadamente un arroyo,
yo reflejo las nubes, los pájaros, las futuras, estrellas,
a tu lado, oh reciente, oh viva, oh entregada;
y me miro en tu cuerpo, en tu forma blanda, dulcísima, apagada,
como se contempla la tarde que colmadamente termina.



Vicente Aleixandre.

jueves, 26 de noviembre de 2015

La sombra.





Al despertar de un sueño,
buscas tu juventud, como si fuera el cuerpo
del camarada que durmiese a tu lado
y que al alba no encuentras.

Ausencia conocida, nueva siempre,
con la cual no te hallas.
Y aunque acaso hoy tú seas más
de lo que era el mozo ido, todavía.

Sin voz le llamas, cuántas veces;
olvidado que de su mocedad
se alimentaba aquella pena aguda,
la conciencia de tu vivir de ayer.

Ahora, ida también, es sólo un vago malestar,
una inconsciencia acallando el pasado,
dejando indiferente al otro que tú eres,
sin pena, sin alivio.



Luis Cernuda.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Desierto.





Lumen lumen
Me llega cuando nacen
Luces o sombra revelación Viva
Ese camino esa ilusión es neta
Presión que sueña que la muerte miente
Muerte oh vida te adoro por espanto
Porque existes en forma de culata
Donde no se respira.
El frío sueña con estampido-eternidad
La vida es un instante
Justo para decir María Silencio
Una blancura un rojo que no nace
Ese roce de besos bajo el agua
Una orilla impasible donde rompen
Cuerpos u ondas mares, o la frente.


Vicente Aleixandre.

martes, 24 de noviembre de 2015

Me quedaría en todo ...






Me quedaría en todo
lo que estoy, donde estoy.
Quieto en el agua quieta;
de plomo, hundido, sordo
en el amor sin sol.
¡Qué ansia de repetirse en esto que está siendo!
¡Qué afán de que mañana
sea nada más que llenar
otra vez al tenderte
ese hueco que deja
hoy exacto en la arena
tu cuerpo!
Ni futuro, ni nuevo el horizonte.
Esto apretado y estrecho:
tela, carne y el mar.
Nada promete el mundo:
lo da, lo tengo ya.
Nunca me iré de ti
por el viento, en las velas,
por el alma cantando,
ni por los trenes, no.
Si me marcho será
que estoy
viviendo contra mí.



Pedro Salinas.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Tríptico marino.






I. Claro de Luna.
Blandos arrullos del mar;
perfumes, en la bahía…
Todo convida a soñar
bajo la azul pradería.

Sólo, allá en la lejanía,
veo un velero bogar;
y al verde claror lunar
fulge en rara pedrería.

Se han detenido un momento,
las blancas velas al viento,
frente a la montaña bruna.

Airoso, sobre el Atlántico,
parece un bardo romántico
dialogando con la Luna.

II. Añora el lobo marino…
El marino estrafalario
fuma su pipa, indolente.
( Yo le he dicho que me cuente
algún lance extraordinario.)

… Habla misteriosamente,
dice un caso temerario;
y luego, más quedamente,
de amores narra un rosario…

El hogueral vespertino
mira en las aguas tranquilas.
Después le he visto llorar.

¡Añora el lobo marino
aquellas verdes pupilas,
tan hondas como la Mar!

III. Flota en la noche, Rosina…
Ya la noche ha comenzado.
Resplandecen las farolas
y canta un marino, echado,
nostálgicas barcarolas.

Yo voy con mi sueño, a solas,
por el muelle sosegado.
A un bergantín fondeado
le hacen halagos las olas…

Flota en la noche, Rosina,
algo que enlaza y calcina
los objetos confundidos.

Ya mil puntos fosforecen.
¡Y las farolas parecen
corazones encendidos!



Emeterio Gutiérrez Albelo.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...