viernes, 8 de febrero de 2019

Herida.


Los pequeños vacíos,
las secas y ya heladas
huellas de otros amores
lleno, triste,
dejando un angustioso hueco
dentro de mí.
¿Es la muerte este cielo
interior de mi alma?
Plenitud negativa,
riqueza de lo dado,
memoria de tesoros
que aún más me pertenecen,
al ser de quienes quiero.
Estoy tan repartido
y a un tiempo tan intacto,
que olvidaron sus fuentes
todos los ríos del alma.

Manuel Altolaguirre.

jueves, 7 de febrero de 2019

El desterrado.


La atmósfera, la atmósfera se deshilacha.
Invisible en su hebra desvalida,
A sí mismo el objeto se desmiente.
Ronda una mansedumbre con agobio de racha.
Todo es vago.
La luna no puede estar ausente.
Así, tan escondida,
¿Eres tú, luna, quien todo lo borra o lo tacha?
Torpe, quizá borracha,
Mal te acuerdas de nuestra vida.

El mundo cabe en un olvido.

Esta oscura humedad tangible huele a puente
Con pretil muy sufrido
Para cavilaciones de suicida.

Cero hay siempre, central.
¡En este plaza
Tanta calle se anula y desenlaza!

Y de pronto,
  ¡paso!
                                    Con suavidad
cruelmente discreta
Va deslizándose la pérfida bicicleta.
Pérfida a impulso de tanto perfil,
¿Hacia qué meta sutil se precipita
Sin ruido?
Lo inminente palpita.
¿El mundo cabe en un olvido?

Y entre dos vahos
De un fondo, nube ahora que se agrieta
Con una insinuación de cielo derruido,
La bicicleta se escurre
y se derrumba por un caos
Todavía modesto.

-¿Qué es esto?
¿Tal vez el Caos?
                                -Oh,
La niebla nada más, la boba niebla,
El No
Sin demonio, la tardía tiniebla
Que jamás anonada.
Es tarde ya para soñar la Nada.-

Devuélveme, tiniebla, devuélme lo mío:
Las santas cosas, el volumen con su rocío.

Jorge Guillén.

miércoles, 6 de febrero de 2019

El mar.


Nuestras vidas son los ríos
que van a dar al espejo
sin porvenir de la muerte.

Allá van nuestros recuerdos
mostrándonos lo que fuimos
y para siempre seremos,
cristal en que nuestras almas
revivirán lo vivido
en las prisiones del tiempo.

Estar lejos de la muerte
es no verse, es estar ciego,
con la memoria perdida,
nublando el entendimiento,
sin voluntad caminando,
volubles, desconociéndonos.

Manuel Altolaguirre.

martes, 5 de febrero de 2019

Al margen de Fernández de Andrada: Cifras con cierto enforque.


¿Qué más que el heno a la mañana verde,
Seco a la tarde?

Los años, estos años que yo arrastro,
Pasan del seis al siete: ya setenta.
¿Soy yo esas cifras?
¿Son impedimenta de fuera?
¿Son destino bajo un astro?

Poco a poco anochece en este claustro
Donde el silencio poco a poco aumenta,
Y entre las sombras late cenicienta
Luz que me trasparenta un alabastro.

El crepúsculo es noble si es sereno.
Mi reflexión me ayuda en este trance
De sentir que se pierde la partida.

A la memoria vuelve lo del heno
Seco al final. Difícil que no avance
Conmigo una penumbra desvalida.

Jorge Guillén.

lunes, 4 de febrero de 2019

Escorial II.


En vez de soñar, contar.

La fachada del oeste tiene
seiscientas doce ventanas.

Por la primavera van
en su cielo, hacia el domingo
una, dos, tres, cuatro,
cinco nubes blancas.

Yo te quiero a ti, y a ti
y a ti.
A tres os quiero yo.

A las doce el tiempo
da doce campanadas.
Y ya no podrá escapárseme
en las volandas del sueño la mañana.
Haré la raya para ir sumando
seiscientas doce, más cinco,
más tres, más doce.
¡Qué felicidad igual
a seiscientas treinta y dos!.
En abril, al mediodía
cuenta clara.

Pedro Salinas.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...