jueves, 31 de julio de 2014

Ante la sombra virgen.



Siempre yo penetrándote, 
pero tú siempre virgen, 
sombra; como aquel día 
en que primero vine 
llamando a tu secreto, 
cargado de afán libre.

¡Virgen oscura y plena, 
pasada de hondos iris 
que apenas se ven; toda 
negra, con las sublimes 
estrellas, que no llegan 
- arriba - a descubrirte!.



Juan Ramón Jiménez.





miércoles, 30 de julio de 2014

A los que van a nacer.




¡Cuán cerca todavía de las manos de Dios!
¿Sentís su aliento rugir entre los cedros del Levante?
¿Hay en vuestras pupilas rabos de oro,
vedijitas, aún, incandescentes,
de la gran lumbrarada creadora?
¿O fraguasteis, tal vez, en su sonrisa
- sonrisillas de Dios, niños dormidos -
y juerga en vuestras salas,
niño eternal, gran inventor de juegos?
Oh, vosotros le veis, seres profundos,
y saltáis en el vientre de la madre.

¿Qué peces de colores
os surcan aguas del dorado sueño?
¿Qué divinos esquifes
- juguetes sin engaño -
cruzan el día albar de vuestro cauce?
¿De qué extraña ladera
son esas pedrezuelas diminutas
que bullen al manar de vuestras aguas?
Oh fuentes silenciosas.
Oh soterradas fuentes
de los enormes ríos de la vida.

Seréis torrente en furia
que va a rodar al páramo. Seréis
indagación y grito sin respuesta.
Ay, guardad esta luz estremecida.
Ay, refrenad el agua,
volved al centro exacto.
Ay de vosotros.

... Ay de estos cieguecitos
de leche no cuajada,
de tierna pulpa vegetal, dormida.
Ay, copos de manteca,
que hacia el mercado vais – de sus ordeños
modelados por Dios, aún en su música,
con las gotas aún de su rocío -
entre las verdes hojas de los úteros.



Dámaso Alonso.

martes, 29 de julio de 2014

Como el vilano.



Como el vilano
Hermoso es el reino del amor,
pero triste es también.
Porque el corazón del amante
triste es en las horas de la soledad,
cuando mira los ojos amados
que inaccesibles se posan en las nubes ligeras.
Nació el amante para la dicha,
para la eterna propagación del amor,
que de su corazón se expande
para verterse sin término
en el puro corazón de la amada entregada.
Pero la realidad de la vida,
la solicitación de las diarias horas,
la misma nube lejana, los sueños, el corto vuelo inspirado 
del juvenil corazón que él ama,
todo conspira contra la perduración sin descanso de la llama imposible.
Aquí el amante contempla
el rostro joven
el adorado perfil rubio,
el gracioso cuerpo que reposado un instante en sus brazos descansa.
Viene de lejos y pasa, 
y pasa siempre,
y mientras ese cuerpo duerme o gime de amor en los brazos amados,
el amante sabe que pasa,
que el amor mismo pasa,
y que este fuego generoso que en él no pasa
presencia puro el tránsito dulcísimo de lo que eternamente pasa.
Por eso el amante sabe
que su amada le ama
una hora, mientras otra hora sus ojos
leves discurren
en la nube falaz que pasa y se aleja.
Y sabe que todo el fuego que común se ha elevado
sólo en él dura. Porque ligera y transitoria es la muchacha
que se entrega y se rehúsa,
que gime y sonríe.
Y el amante la mira
con el infinito amor de lo que se sabe instantáneo.
Dulce es, acaso más dulce, más tristísimamente dulce,
verla en los brazos
en su efímera entrega.
Tuyo soy -dice el cuerpo armonioso-.
pero sólo un instante.
Mañana,
ahora mismo,
despierto de este beso y contemplo
el país, este río, esa rama, aquel pájaro.
Y el amante la mira
infinitamente pesaroso -glorioso y cargado-.
Mientras ella ligera se exime,
adorada y dorada y leve discurre.
Y pasa, y se queda. 
Y se alza y vuelve.
Siempre leve, siempre aquí, siempre ,allí; siempre.
Como el vilano.



Vicente Aleixandre.

lunes, 28 de julio de 2014

Siempre abiertos tus ojos.




Siempre abiertos tus ojos
- muchas veces se dijo - como un faro.
Pero la luz que exhalan
no derrama su chorro en los naufragios.
Enjuto, aunque desnudo,
voy derivando orillas de tu radio.
Soy yo el que giro
como un satélite imantado.
Y dime. Esta luz mía -Tuya- que devuelvo,
¿a qué te sabe muerta en tu regazo?
¿Puede aumentar tu lumbre
este selenio resplandor lejano?



Gerardo Diego.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...