lunes, 30 de diciembre de 2013

Dineros son calidad.




Dineros son calidad
¡Verdad!

Más ama quien más suspira
¡Mentira!

Cruzados hacen cruzados,
Escudos pintan escudos,
Y tahúres muy desnudos
Con dados ganan condados;
Ducados dejan ducados,
Y coronas majestad,
¡Verdad!

Pensar que uno sólo es dueño
De puerta de muchas llaves,
Y afirmar que penas graves
Las paga un mirar risueño,
Y entender que no son sueño
Las promesas de Marfira,
¡Mentira!

Todo se vende este día,
Todo el dinero lo iguala;
La corte vende su gala,
La guerra su valentía;
Hasta la sabiduría
Vende la Universidad,
¡Verdad!

En Valencia muy preñada
Y muy doncella en Madrid,
Cebolla en Valladolid
Y en Toledo mermelada,
Puerta de Elvira en Granada
Y en Sevilla doña Elvira,
¡Mentira!

No hay persona que hablar deje
Al necesitado en plaza;
Todo el mundo le es mordaza,
Aunque él por señas se queje;
Que tiene cara de hereje
Y aun fe la necesidad,
¡Verdad!

Siendo como un algodón,
Nos jura que es como un hueso,
Y quiere probarnos eso
Con que es su cuello almidón,
Goma su copete, y son
Sus bigotes alquitira
¡Mentira!

Cualquiera que pleitos trata,
Aunque sean sin razón,
Deje el río Marañón,
Y entre el río de la Plata;
Que hallará corriente grata
Y puerto de claridad
¡Verdad!

Siembra en una artesa berros
La madre, y sus hijas todas
Son perras de muchas bodas
Y bodas de muchos perros;
Y sus yernos rompen hierros
En la toma de Algecira,
¡Mentira!


Luis de Góngora. 

viernes, 27 de diciembre de 2013

Sé todos los cuentos.



Yo no sé muchas cosas, es verdad. 
Digo tan sólo lo que he visto. 
Y he visto: 
que la cuna del hombre la mecen con cuentos, 
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, 
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, 
que los huesos del hombre los entierran con cuentos, 
y que el miedo del hombre... 
ha inventado todos los cuentos. 
Yo no sé muchas cosas, es verdad, 
pero me han dormido con todos los cuentos... 
y sé todos los cuentos.

León Felipe.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Palinodia de la esperanza divina.



Era aquel que cruzábamos, camino 
Abandonado entre arenales,
Con una higuera seca, un pozo, y el asilo
De una choza desierta bajo el frío.
Lejos, subiendo entre unos riscos,
Iba el pastor junto a sus flacas cabras negras. 
Cuando tras de la noche larga la luz vino, 
Irisando la escarcha sobre nuestros vestidos, 
Faltas de convicción, las cosas escaparon 
Como en un sueño interrumpido.

Padecíamos hambre, gran fatiga.
Al lado de la choza hallamos una viña 
Donde un racimo quedaba todavía, 
Seco, que ni los pájaros lo habían
Querido. Nosotros lo tomamos:
De polvo y agrio vino el paladar teñía. 
Era bueno el descanso, pero
En quietud la indiferencia del paisaje aísla, 
Y añoramos la marcha, la fiebre de la ida.

Vimos la estrella hacia lo alto
Que estaba inmóvil, pálida como el agua 
En la irrupción del día, una respuesta dando 
Con su brillo tardío del milagro
Sobre la choza. Los muros sin cobijo
Y el dintel roto se abrían hacia el campo, 
Desvalidos. Nuestro fervor helado
Se volvió como el viento de aquel páramo.
Dimos el alto. Todos descabalgaron. 
Al entrar en la choza, refugiados 
Una mujer y un viejo sólo hallamos.

Pero alguien más había en la cabaña:
Un niño entre sus brazos la mujer guardaba. 
Esperamos un dios, una presencia
Radiante e imperiosa, cuya vista es la gracia, 
Y cuya privación idéntica a la noche 
Del amante celoso sin la amada.
Hallamos una vida como la nuestra humana, 
Gritando lastimosa, con ojos que miraban 
Dolientes, bajo el peso de su alma
Sometida al destino de las almas,
Cosecha que la muerte ha de segarla.

Nuestros dones, aromas delicados y metales puros,
Dejamos sobre el polvo, tal si la ofrenda rica 
Pudiera hacer al dios. Pero ninguno
De nosotros su fe viva mantuvo,
Y la verdad buscada sin valor quedó toda, 
El mundo pobre fue, enfermo, oscuro. 
Añoramos nuestra corte pomposa, las luchas y las guerras,
O las salas templadas, los baños, la sedosa
Carne propicia de cuerpos aún no adultos,
O el reposo del tiempo en el jardín nocturno, 
Y quisimos ser hombres sin adorar a dios alguno.

Luis Cernuda.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Penúltimas palabras.




Mientras las estrellas brillan temblorosas,
Te diré una palabra sencilla y antigua,
Palabra siempre dicha, pero nunca entendida,
Palabra que tan sólo de tú a tú comprendemos:
Te amo.

La noche vasta ensancha tu dulce presencia.
Secretamente te hablo retorciendo mi angustia.
Secretamente sufro por algo prohibido
Y es sencillo y terrible como tú si me miras:
Te amo.

La muerte sólo brilla con tranquilas estrellas.
Sus párpados son lentos; su silencio es antiguo;
Sus manos que no tocan me adivinan en sombra;
Su gloria es un secreto.

Regia amante nocturna de senos glaciales,
Cielo de la hermosura más allá de mi dicha
Y mi amor, y mi canto, y mi vuelo más loco,
¡También yo he de callarme!


Gabriel Celaya.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Canciones a Guiomar III.



Tu poeta
Piensa en ti. La lejanía
Es de limón y violeta,
Verde el campo todavía.
Conmigo viese, Guiomar;
Nos sorbe la serranía.
De encinar en encinar
Se va fatigando el día.
El tren devora y devora
Día y riel. La retama
Pasa en Sombra; se desdora
El oro de Guadarrama.
Porque una diosa y su amante
Huyen juntos, jadeante
Los sigue la luna llena.
El tren se esconde y resuena
Dentro de un monte gigante.
Campos yermos, cielo alto.
Tras los montes de granito
Y otros montes de basalto,
Ya es la mar y el infinito.
Juntos vamos; libres somos.
Aunque el Dios, como en el cuento
Fiero rey, cabalgue a lomos
Del mejor corcel del viento,
Aunque nos jure, violento,
Su venganza,
Aunque ensille el pensamiento,
Libre amor, nadie lo alcanza.

Hoy te escribo en mi celda de viajero,
A la hora de una cita imaginaria.
Rompe el iris al aire el aguacero,
Y al monte su tristeza planetaria.
Sol y campanas en la vieja torre.
¡Oh tarde viva y quieta que opuso
Al Panta rei su nada corre,
Tarde niña que amaba a su poeta!
¡Y día adolescente
-Ojos claros y músculos morenos-,
Cuando pensaste a amor, junto a la fuente,
Besar tus labios y apresar tus senos!
Todo a esta luz de abril se transparenta;
Todo en el hoy de ayer, el todavía
Que en sus maduras horas
El tiempo canta y cuenta,
Se funde en una sola melodía,
Que es un coro de tardes y de auroras.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.







jueves, 19 de diciembre de 2013

El color de tu alma.





Mientras que yo te beso, su rumor
nos da el árbol que mece el sol el oro
que el sol le da al huir, fugaz tesoro
de un árbol que es el árbol de mi amor.

No es fulgor, no es ardor y no es rubor
lo que me da de ti lo que te adoro,
con la luz que se va: es el oro, es el oro,
es el oro hecho sombra: tu color.

El color de tu alma: pues tus ojos
se van haciendo ella, y a medida
que el sol cambia sus oros por sus rojos
y tú te quedas pálida y fundida,
sale el oro hecho tú de tus dos ojos
que son mi paz, mi fe, mi sol: ¡mi vida!



Juan Ramón Jiménez.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Me asomé, lejos, a un abismo...




Me asomé, lejos, a un abismo...
(Sobre el espejo que perdí he nacido.)

Clavé mis manos en mis ojos...
(Manando estoy en mí desde mi rostro.)

Tiré mi cuerpo, hueco, al aire...
(Abren su voz los ojos de mi sangre.)

Rodé en el llanto de una herida...
(Nazco en la misma luz que me ilumina.)

Se coaguló mi llanto en sombra...
Carne es la luz y el nácar de mi boca.)

Dentro de mí se hundió mi lengua...
(Siembro en mi cielo el cuerpo de una estrella.)

Se pudrió el tiempo en que habitaba...
(Brota en mi espejo un cielo de dos caras.)

Huyó mi cuerpo por mi cuerpo...
(Bebo en el agua limpia de mi espejo.)

¡A mi existencia uno mi vida!
(Espejo sin cristal es mi alegría.)



Emilio Prados.

martes, 17 de diciembre de 2013

Te doy mi alma desnuda.



Te doy mi alma desnuda,
como estatua a la cual ningún cendal escuda.

Desnuda con el puro impudor
de un fruto, de una estrella o una flor;
de todas esas cosas que tienen la infinita
serenidad de Eva antes de ser maldita.

De todas esas cosas,
frutos, astros y rosas,
que no sienten vergüenza del sexo sin celajes
y a quienes nadie osara fabricarles ropajes.

Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena
¡que tuviera una intensa blancura de azucena!

Desnuda, y toda abierta de par en par
¡por el ansia del amar!

Juana de Ibarbourou.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Si miro tus ojos...



Si miro tus ojos,
si acerco a tus ojos los míos,
¡oh, cómo leo en ellos retratado todo el pensamiento de mi soledad!
Ah, mi desconocida amante a quien día a día estrecho en los brazos.
Cuán delicadamente beso despacio, despacísimo, 

secretamente en tu piel la delicada frontera que de mí te separa.
Piel preciosa, tibia, presentemente dulce, invisiblemente cerrada
que tiene la contextura suave, el color, 

la entrega de la fina magnolia.
Su mismo perfume, que parece decir: "Tuya soy,

heme entregada al ser que adoro
como una hoja leve, apenas resistente,

 toda aroma bajo sus labios frescos".
Pero no. Yo la beso, a tu piel, finísima, sutil, 

casi irreal bajo el rozar de mi boca,
y te siento del otro lado, inasible, imposible, rehusada,
detrás de tu frontera preciosa, de tu mágica piel inviolable,
separada de mí por tu superficie delicada, 

por tu severa magnolia
cuerpo encerrado débilmente en perfume
que me enloquece de distancia y que, envuelto rigurosamente,
como una diosa de mí te aparta, bajo mis labios mortales.
Déjame entonces con mi beso recorrer la secreta cárcel de mi vivir,
piel pálida y olorosa, carnalidad de flor, ramo o perfume,
suave carnación que delicadamente te niega,
mientras cierro los ojos, en la tarde extinguiéndose,
ebrio de tus aromas remotos, inalcanzables,
dueño de ese pétalo entero que tu esencia me niega.


Vicente Aleixandre.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Como aquella nube blanca.



Ayer estaba mi amor 
como aquella nube blanca 
que va tan sola en el cielo 
y tan alta, 
como aquella 
que ahora pasa 
junto a la luna 
de plata.

Nube 
blanca, 
que vas tan sola en el cielo 
y tan alta, 
junto a la luna 
de plata, 
vendrás a parar 
mañana, 
igual que mi amor, 
en agua, 
en agua del mar 
amarga.

Mi amor tiene el ritornelo 
del agua, que, sin cesar, 
en nubes sube hasta el cielo 
y en lluvia baja hasta el mar.

El agua, aquel ritornelo, 
de mi amor, que, sin cesar, 
en sueños sube hasta el cielo 
y en llanto baja hasta el mar.

León Felipe.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Los cielos son iguales.


Los cielos son iguales.
Azules, grises, negros,
Se repiten encima
Del naranjo o la piedra:
Nos acerca mirarlos.
Las estrellas suprimen,
De lejanas que son,
Las distancias del mundo.
Si queremos juntarnos,
Nunca mires delante:
Todo lleno de abismos,
De fechas y de leguas.
Déjate bien flotar
Sobre el mar o la hierba,
Inmóvil, cara al cielo.
Te sentirás hundir
Despacio, hacia lo alto,
En la vida del aire.
Y nos encontraremos
Sobre las diferencias
Invencibles, arenas,
Rocas, años, ya solos,
Nadadores celestes,
Náufragos de los cielos.

Pedro Salinas.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío.



Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
Claridad absoluta, transparencia redonda,
Limpidez cuya entraña, como el fondo del río,
Con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda.

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
Corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol:
Todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
Del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
Acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
Donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
Para siempre es de noche: para siempre es el día.






martes, 10 de diciembre de 2013

Apasionadamente.



¡Y tanto, y tanto te amo
Que mis palabras mueren
En un rumor de besos sin descanso!

¡Y tanto todavía que mis manos
No te hallan al tocarte!

¡Tanto y tan sin descanso,
Que fluyo, y fluyo, y fluyo,
Y es solamente llanto!

Gabriel Celaya.

lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Vivo del mar?




¿Vivo del mar?...
                          (El mar por mí ha nacido
y al sol del mar mi soledad se acoge.)

Canto a la soledad:
Mar de la soledad ¿por qué no brillas?
Mar de tu soledad vive mi cuerpo.
Mi soledad sin piel también te busca.
¡Soledad soy del mar para cantarte!

Tendido en ti, mi soledad, espero
que al sol de ti mi soledad responda.
-Sobre la soledad del mar que vivo
desnudo en soledad, ¿qué mar se esconde?...

Un mar de angustia en soledad se niega
a darle nombre al mar que estoy cantando;
innominado mar que por mí siento
gemir en soledad de mar que ha sido.

Todo mi cuerpo en soledad abierto,
rindo por verle en soledad su nombre...
Barbecho al sol, mojado por la lluvia
de mi llanto, es el tiempo que le doy. 

Antes de ver, mi soledad, la espiga 
verde y granada sobre el mar que enciendes:
del mar que vivo al sol del mar que acoges
sé que debo arrancar el mar que espero.

Soledad: ¿de qué mar de ti ha venido
el mar sin nombre en mi que estoy cantando?:
-¡Soledad soy de ti: mar de tu vida!-,
sola en el mar mi soledad responde.

¿Mar de mi vida, el mar sin mí se llama?
¿Vive la soledad, mar de mi cuerpo,
y espera en mí su nombre inesperado?
¡Tan sólo aguardar fue lo que he vivido!

No soy mar, soledad, no soy tu nombre
y canto en ti mi nombre de esperanza.

Emilio Prados.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Otro viaje


Ya en los campos de Jaén, 
amanece. Corre el tren 
por sus brillantes rieles, 
devorando matorrales, 
alcaceles, 
terraplenes, pedregales, 
olivares, caseríos, 
praderas y cardizales, 
montes y valles sombríos. 
Tras la turbia ventanilla, 
pasa la devanadera 
del campo de primavera. 
La luz en el techo brilla 
de mi vagón de tercera. 
Entre nubarrones blancos, 
oro y grana; 
la niebla de la mañana 
huyendo por los barrancos. 
¡Este insomne sueño mío! 
¡Este frío 
de un amanecer en vela!... 
Resonante, 
jadeante, 
marcha el tren. El campo vuela. 
Enfrente de mí, un señor 
sobre su manta dormido; 
un fraile y un cazador 
-el perro a sus pies tendido-. 
Yo contemplo mi equipaje, 
mi viejo saco de cuero; 
y recuerdo otro viaje 
hacia las tierras del Duero. 
Otro viaje de ayer 
por la tierra castellana 
-¡pinos del amanecer 
entre Almazán y Quintana!- 
¡Y alegría 
de un viajar en compañía! 
¡Y la unión 
que ha roto la muerte un día! 
¡Mano fría 
que aprietas mi corazón! 
Tren, camina, silba, humea, 
acarrea 
tu ejército de vagones, 
ajetrea 
maletas y corazones. 
Soledad, 
sequedad. 
Tan pobre me estoy quedando 
que ya ni siquiera estoy 
conmigo, ni sé si voy 
conmigo a solas viajando.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

Cómo me dejas que te piense.


¡Cómo me dejas que te piense!
Pensar en ti no lo hago solo, yo.
Pensar en ti es tenerte,
Como el desnudo cuerpo ante los besos,
Toda ante mí, entregada.
Siento cómo te das a mi memoria,
Cómo te rindes al pensar ardiente,
Tu gran consentimiento en la distancia.
Y más que consentir, más que entregarte,
Me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas
Recuerdos en escorzo, me haces señas
Con las delicias, vivas, del pasado,
Invitándome.
Me dices desde allá
Que hagamos lo que quiero
Unirnos al pensarte.
Y entramos por el beso que me abres,
Y pensamos en ti, los dos, yo solo.

Pedro Salinas.

martes, 3 de diciembre de 2013

Azucenas en camisa.



A Fernando Villalón.



Venid a oír de rosas y azucenas
la alborotada esbelta risa
Venid a ver las rosas sin cadenas
las azucenas en camisa

Venid las amazonas del instinto
los caballeros sin espuelas
aquí al jardín injerto en laberinto
de girasoles y de bielas

Una música en níquel sustentada
cabellos curvos peina urgente
y hay sólo una mejilla acelerada
y una oropéndola que miente

Agria sazón la del febril minuto
todo picado de favores
cuando al jazmín le recomienda el luto
un ruiseñor de ruiseñores

Cuando el que vuelve de silbar a solas
el vals de - Ya no más Me muero -
comienza a perseguir por las corolas
la certidumbre del sombrero

No amigos míos Vuelva la armonía
y el bienestar de los claveles
Mi corazón amigos fue algún día
tierno galope de corceles

Quiero vivir La vida es nuevo estilo
grifo de amor grifo de llanto
Girafa del vivir Tu cuello en vilo
yo te estimulo y te levanto

Pasad jinetes leves de la aurora
hacia un oeste de violetas
Lejos de mí la trompa engañadora
y al ralantí vuestras corvetas

Toman las nubes a extremar sus bordes
más cada día decisivos
Y a su contacto puéblense de acordes
los dulces nervios electivos

Rozan mis manos dádivas agudas
lunas calientes y dichosas
Sabed que desde hoy andan desnudas
las azucenas y las rosas.

Gerardo Diego. 

lunes, 2 de diciembre de 2013

La noche y el día (II).



A Carmela, bailarina clara.


Carmela, más que nubes, más que nieves,
más que plumas, que espumas, más que albores,
tejen dorados hilos zurcidores
la aurora de tu frente en copos leves.

No separes tus ojos, no te lleves, 
gacela huida a tantos resplandores, 
sus dardos encendidos, heridores, 
hebras de sol en cárceles tan breves.

Detén la catarata fugitiva,
el vuelo de tus pies, el de tus oros,
la risa de esas mágicas deidades.

Asómbrate de ser floresta viva, 
incendio de sus ámbitos sonoros: 
siembra luces, cosecha claridades.

José Bergamín.

viernes, 29 de noviembre de 2013

La noche y el día ( I )


A Delia, bailarina oscura 

La música traiciona el sentimiento, 
Delia, en tus ojos, tan divinamente 
que hacen su noche oscura transparente 
de sobrenatural entendimiento. 

Los astros, que armonioso movimiento 
rige, mintiendo amor, calladamente, 
buscan en tu mirada el aparente 
reflejo a su encendido pensamiento. 

Nocturno afán no pudo a ti engañarte; 
la luz que fue en tus pies, bailando, estrellas, 
tus pasos, no tus ojos, la mintieron. 

Te fuiste con la música a otra parte, 
hurtando tus pisadas a sus huellas 
con sombras que a la noche te volvieron.


José Bergamín.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Gota a gota.



Hay algo - gota a gota -
que nos llena el vacío
¡Hondones del deseo!
¡Qué colmo de esperanzas!
El oleaje arrastra
caudales sin objeto
y hay muchos anaqueles
que ningún libro ocupa.
¿A dónde vamos, dime?
Aún nos quedan paisajes 
con frondas ignoradas
y orquídeas que navegan
en busca de su nombre.
Quisiéramos al fin la belleza absoluta
que rebosa verdad porque la luz es nueva.
Se borran las fechas
del momento incendiado,
pero nos grabarán
como inicial las sienes.
Es el fin o el principio
de las augustas ruinas circulares.
¿Se pierde o se gana?
Hay manos que triunfan
al quedarse vacías
y otras como puños
que no conservan nada.

Ernestina de Champourcín.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Destrucción Inminente.



A una rama de avellano.

¿Te quebraré, varita de avellano,
te quebraré quizás? ¡Oh tierna vida,
ciega pasión en verde hervor nacida,
tú, frágil ser que oprimo con mi mano!

Un chispazo fugaz, sólo un liviano
crujir en dulce pulpa estremecida,
y aprenderás, oh rama desvalida,
cuánto pudo la muerte en un verano.

Mas, no; te dejaré... Juega en el viento,
hasta que pierdas, al otoño agudo,
tu verde frenesí, hoja tras hoja.

Dame otoño también, Señor, que siento
no sé qué hondo crujir, qué espanto mudo.
Detén, oh Dios, tu llamarada roja.


Dámaso Alonso.

martes, 26 de noviembre de 2013

Esos locos furiosos increíbles.



Llegan apresurados y nunca dicen para qué 
ni de dónde proceden 
y enseguida te piden dos mil francos 
que casi siempre te han de devolver 
o te quitan la toalla sin respeto 
cuando te estás duchando 
se ponen la colonia los polvos el masaje 
la loción de tu novio o de tu hija 
te arrastran a lugares espantosos o bellos 
y ni siquiera piden tu opinión 
y beben prodigiosamente se ponen a cantar 
en cualquier parte 
o arman la del gran dios en un bar miserable 
y por motivos nimios 
siempre siempre avasallan te compran un sombrero 
o unas flores 
y un día salen al galope quizá hacia los infiernos 
qué desastre. 

Señora caballero muchachita asustada 
militante de un partido ecologista: 
si se tropieza usted con uno de esos 
locos furiosos increíbles 
no le deje escapar llévelo a casa 
son tiernos como niños 
a veces tienen frío quién sabe si es porque 
les han pegado duro 
duermen poco se lavan todo el rato y son muy 
besucones y mirones 
pero cuidan los libros sacan todas las noches 
el cubo de basura a la escalera 
y están sólo pendientes de tener siempre 
un cenicero al lado. 

Tienen por fin el gran inconveniente: 
se van mas vuelven pronto 
duran toda la vida.

José Agustín Goytisolo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Al borrarse la nieve, se alejaron.




Al borrarse la nieve, se alejaron 
los montes de la sierra. 
la vega ha verdecido 
al sol de abril, la vega 
tiene la verde llama, 
la vida, que no pesa; 
y piensa el alma en una mariposa, 
atlas del mundo, y sueña.

Con el ciruelo en flor y el campo verde, 
con el glauco vapor de la ribera, 
en torno de las ramas, 
con las primeras zarzas que blanquean, 
con este dulce soplo 
que triunfa de la muerte y de la piedra, 
esta amargura que me ahoga fluye 
en esperanza de Ella...





viernes, 22 de noviembre de 2013

La muchacha dorada.




La muchacha dorada
Se bañaba en el agua
Y el agua se doraba.

Las algas y las ramas
En sombra la asombraban,
Y el ruiseñor cantaba
Por la muchacha blanca.

Vino la noche clara,
Turbia de plata mala,
Con peladas montañas
Bajo la brisa parda.

La muchacha mojada
Era blanca en el agua
Y el agua, llamara.

Vino el alba sin mancha,
Con mil caras de vacas,
Yerta y amortajada
Con heladas guirnaldas.

La muchacha de lágrimas
Se bañaba entre llamas,
Y el ruiseñor lloraba
Con las alas quemadas.

La muchacha dorada
Era una blanca garra
Y el agua la doraba.






jueves, 21 de noviembre de 2013

Calle del Arrabal.



Se me quedó en lo hondo
una visión tan clara,
que tengo que entornar los ojos 
cuando intento recordarla.

A un lado, hay un calvero de solares
en frente, están las casas alineadas
porque esperan que de un momento a otro
la Primavera pasará.

Las sábanas,
aún goteantes, penden de todas las ventanas,
el viento juega con el sol en ellas
y ellas ríen del juego y de la gracia.

Y hay las niñas bonitas
que se peinan al aire libre.

Cantan los chicos de una escuela la lección.
Las once dan.

Por el arroyo pasa un viejo cojitranco
que empuja su carrito de naranjas.



Dámaso Alonso.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Cuánto rato te he mirado.



¡Cuánto rato te he mirado
Sin mirarte a ti, en la imagen
Exacta e inaccesible
Que te traiciona el espejo!
"Bésame", dices. 
Te beso,
Y mientras te beso pienso
En lo fríos que serán
Tus labios en el espejo.
"Toda el alma para ti",
Murmuras, pero en el pecho
Siento un vacío que sólo
Me lo llenará ese alma
Que no me das.
El alma que se recata
Con disfraz de claridades
En tu forma del espejo.

Pedro Salinas.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...