viernes, 4 de noviembre de 2016

jueves, 3 de noviembre de 2016

Luz en la memoria I.


...estas cosas que evoco (ya sin nada) de lo
que a mí me tuvo y fue tan mío

-Juan José Domenchina-

¡Qué ganas de acercarme!
Sobre el mar ibas mudo,
alejado, a distancia,
como si una pared
adusta separase
esos destinos nuestros
tan juntos sin embargo.

Miré a mi alrededor
y todas las pupilas
se hundían en el surco
que devoraba el agua.
Un miedo de los ojos
esquivando otros ojos,
un afán de guardar
para sí aquel momento,

Vi una mano perdida
que buscaba otra mano,
retirándose luego
avergonzada, mustia.
Y seguimos así,
queriendo sin querer,
inmóviles y rígidos
con los labios sellados.

Ernestina de Champourcín.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Amada exacta.



Tú aquí delante.
Mirándote yo. ¡Qué bodas tuyas, mías,
con lo exacto!

Si te marchas, ¡qué trabajo
pensar en ti que estás hecha
para la presencia pura!

Todo yo a recomponerte
con sólo recuerdos vagos:
te equivocaré la voz,
El cabello ¿cómo era?,
te pondré los ojos falsos.

Tu recuerdo eres tú misma.
Ahora ya puedo olvidarte
porque estás aquí, a mi lado.


Pedro Salinas.

lunes, 31 de octubre de 2016

Cementerio en la ciudad.




Tras de la reja abierta entre los muros,
La tierra negra sin árboles ni hierba,
Con bancos de madera donde allá en la tarde
Se sientan silenciosos unos viejos.
En torno están las casas, cerca hay tiendas,
Calles por las que juegan niños, y los trenes
Pasan al lado de las tumbas. Es un barrio pobre.

Como remiendos de las fachadas grises,
Cuelgan en las ventanas trapos húmedos de lluvia.
Borradas están ya las inscripciones
De las losas con muertos de dos siglos,
Sin amigos que les olvide, muertos
Clandestinos. Mas cuando el sol despierta,
Porque el sol brilla algunos días de junio,
En lo hondo algo deben sentir los huesos viejos.

Ni una hoja ni un pájaro. La piedra nada más. La tierra.
¿Es el infierno así? Hay dolor sin olvido,
Con ruido y miseria, frío largo y sin esperanza.
Aquí no existe el sueño silencioso
De la muerte, que todavía la vida
Se agita entre estas tumbas, como una prostituta
Prosigue su negocio bajo la noche inmóvil.

Cuando la sombra cae desde el cielo nublado
Y el humo de las fábricas se aquieta
En polvo gris, vienen de la taberna voces,
Y luego un tren que pasa
Agita largos ecos como bronce iracundo.

No es el juicio aún, muertos anónimos.
Sosegaos, dormid; dormid, si es que podéis.
Acaso Dios también se olvida de vosotros.

Luis Cernuda.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...