martes, 17 de julio de 2018

Entonces.


Fue real, y por eso amor supremo,
Entonces, plena luz, no sólo ahora
Gracias a infiel y purificadora
Visión. Verdad exhumo.
No la temo.

Entonces si llegamos al extremo
De primaveras fértiles de flora
Que nos doraba el sol.
Sin fin la dora.
Permanece el ardor.
En él me quemo.

Ardimos. Nuestro fuego, cotidiano,
Duraba humildemente como brasa
De hogar sin presunción de gallardía.

Evidencia de espíritu en la mano:
Sólo reinaba lo que nunca pasa,
La Creación a luz nos sometía.

Jorge Guillén.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...