jueves, 7 de febrero de 2019

El desterrado.


La atmósfera, la atmósfera se deshilacha.
Invisible en su hebra desvalida,
A sí mismo el objeto se desmiente.
Ronda una mansedumbre con agobio de racha.
Todo es vago.
La luna no puede estar ausente.
Así, tan escondida,
¿Eres tú, luna, quien todo lo borra o lo tacha?
Torpe, quizá borracha,
Mal te acuerdas de nuestra vida.

El mundo cabe en un olvido.

Esta oscura humedad tangible huele a puente
Con pretil muy sufrido
Para cavilaciones de suicida.

Cero hay siempre, central.
¡En este plaza
Tanta calle se anula y desenlaza!

Y de pronto,
  ¡paso!
                                    Con suavidad
cruelmente discreta
Va deslizándose la pérfida bicicleta.
Pérfida a impulso de tanto perfil,
¿Hacia qué meta sutil se precipita
Sin ruido?
Lo inminente palpita.
¿El mundo cabe en un olvido?

Y entre dos vahos
De un fondo, nube ahora que se agrieta
Con una insinuación de cielo derruido,
La bicicleta se escurre
y se derrumba por un caos
Todavía modesto.

-¿Qué es esto?
¿Tal vez el Caos?
                                -Oh,
La niebla nada más, la boba niebla,
El No
Sin demonio, la tardía tiniebla
Que jamás anonada.
Es tarde ya para soñar la Nada.-

Devuélveme, tiniebla, devuélme lo mío:
Las santas cosas, el volumen con su rocío.

Jorge Guillén.

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