miércoles, 21 de noviembre de 2018

Lo invisible. Brindis.



A Pedro Salinas

Deja el vino en la mesa. Mira cómo
un nuevo invierno de honda lejanía
-leñas y nubes, sequedad y frío-
insondable y fantástico aparece.
Bebamos más. Que nuestras almas sean,
de cenizas y tul, las que separen
la infinita maraña de la muerte.
Que entren en el invierno de la espina,
que las telas de araña se desgarren,
que el humo blanco y quieto se divida.
Nuestra carne desierta sea olvidada
y se pudra insensible, porque estemos
en los grises castigos para siempre.
Bebe, que el aire es ciego. Bebe y mira
el hondo y crudo invierno dilatarse,
a sus nubladas luces sometido.

Condenado me entierro.
Mi futuro un invierno insondable, seco y frío.

Manuel Altolaguirre.

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