lunes, 19 de noviembre de 2018

Ese mar.


Ese mar, amarillo, ácido,
en donde un solo barco de bambú ofrece,
al coro de las islas invitadas
mercancías y en donde son bordados,
no con vida, peces y nadadores,
vio aquel día al sol astado con doce rayos gruesos,
prohibiendo enérgico a las aves
sus torpes vuelos femeninos.

Manuel Altolaguirre.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...