miércoles, 17 de enero de 2018

No hay muerte.



No hay muerte ni principios.
Sólo hay un mar donde estuvimos y estaremos,
un mar de peces que son como nosotros,
que vuelan cuando nacen,
que se hunden cuando mueren;
peces voladores que saltan a la luz
sin llegar a ser ángeles.
Sólo hay un mar
y los alegres saltos de la vida.
Esta curva en el aire, tan lenta a veces,
sobre ese mar tan codicioso,
no es un arco iris después de la tormenta,
no es un puente
por donde pueda pasar nadie.

Nuestra vida dibuja
su ascensión y descenso
sobre ese mar humano,
donde la humanidad realmente vive.
No hay muerte ni principios.
Sólo hay un árbol grande
que sacude sus hojas
para nutrirse de ellas
cuando caigan al suelo.


Manuel Altolaguirre.

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