jueves, 23 de junio de 2016

A tres árboles que ardieron por sus raíces en Ixtapalapa.



No del oculto cristalino riego,
árboles del solar de Ixtapalapa,
encontraron frescor.
Bajo la capa de tierra fértil encontraron fuego.

Nunca en raíces florecer tan ciego
se marchitó en cenizas. Nada escapa
al interior incendio que destapa
raíz de troncos que devora luego.

¡Oh la profunda, ardiente primavera
que dio secretas llamas como flores,
en donde nunca rosas florecieron!

Sube abrasando ramas, que no fuera
el fuego fronda si con sus ardores
no alcanzara las cumbres que antes fueron.

Manuel Altolaguirre.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...