miércoles, 15 de octubre de 2014

El cuerpo y el alma.







Pero es más triste todavía, mucho más triste.
Triste como la rama que deja caer su fruto para nadie.
Más triste, más. 

Como ese vaho que de la tierra exhala 
después la pulpa muerta.
Como esa mano que del cuerpo tendido
se eleva y quiere solamente acariciar las luces,
la sonrisa doliente, la noche aterciopelada y muda.
Luz de la noche sobre el cuerpo tendido sin alma.

Alma fuera, alma fuera del cuerpo, 
planeando tan delicadamente sobre la triste forma abandonada.
Alma de niebla dulce, suspendida sobre su ayer amante, 
cuerpo inerme que pálido se enfría con las nocturnas horas
y queda quito, solo, dulcemente vacío.

Alma de amor que vela y se separa vacilando,
y al fin se aleja tiernamente fría.



Vicente Aleixandre.

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