jueves, 20 de marzo de 2014

Primavera en Eaton Hastings,




Porque te siento lejos y tu ausencia
Habita mis desiertas soledades
Qué profunda esta tarde derramada
Sobre los verdes caminos inmortales.

Ya el invierno dejó su piel antigua
En las ramas recientes de los árboles
Y avanza a saltos cortos por el prado
La primavera de delgado talle.

Por el silencio de pendiente lenta
Rueda la brisa en tácito oleaje
Y apunta la violenta su murmullo
Al pie del roble y de la encina grave.

En las aguas inmóviles del lago
Ansían nubes y luces vesperales 
y tiende el bosque sus flexibles redes
Al suelo prodigioso de tu imagen.

El sol azul con cuidadosas manos rayos
 y brumas teje en noble arte,
Hasta dejar de tu color, amada,
La piel inmaculada de la tarde.

Te miro recostada sobre el césped
Agua verde y verdor claro tu carne
Tu rumoroso pelo embravecido
Y el bosque de tu risa palpitante.

Alrededor de tus tobillos breves
Ciñe la luz minúsculos collares
Y abrazan a tus brazos poderosos
Los tallos y las ramas verdeantes.

Pulsan las frías cuerdas del silencia
Tus voces y los pájaros locuaces;
El cielo en plenitud abre sus venas
De calurosa y colorada sangre
Y alza mi corazón su pesadumbre

Como un nido de sombras, un gigante.





El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...