miércoles, 25 de septiembre de 2019

Rosa de harina.


Pero el hombre es un niño laborioso y estúpido
que ha hecho del juego una sudorosa jornada.
Ha convertido el palo del tambor
en una azada, y en vez de tocar sobre la tierra
una canción de júbilo se ha puesto a cavarla.
¡Si supiésemos caminar
bajo el aplauso de los astros
y hacer un símbolo poético de cada jornada!
Quiero decir que nadie sabe cavar al ritmo del sol
y que nadie ha cortado todavía una espiga
con amor y con gracia.
Ese panadero, por ejemplo,
¿por qué ese panadero no le pone una rosa de pan blanco
a ese mendigo hambriento en la solapa?

León Felipe.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...