jueves, 26 de septiembre de 2019

El olmo renace.


Si ya no puedo verme,
si de mí quedan sólo las raíces,
si los pájaros buscan vanamente
el lugar de sus nidos
en las tristes ausencias de mis brazos,
no hay que llorar por eso.

Con el silencio de una primavera,
brotarán de la tierra como llanto
insinuaciones de verdor y vida.

Seré esa multitud de adolescentes,
esa corona de laurel que ciñe
el tronco quebrantado por el hacha.

Multiplicada vida da la muerte.
Múltiples son los rayos de la aurora.

Manuel Altolaguirre.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...