viernes, 28 de junio de 2019
La voz a ti debida. (Versos 2124 a 2149)
¡Si tú supieras que ese
gran sollozo que estrechas
en tus brazos, que esa
lágrima que tú secas
besándola, vienen de ti, son tú,
dolor de ti hecho lágrimas
mías, sollozos míos!
Entonces ya no preguntarías
al pasado, a los cielos,
a la frente, a las cartas,
qué tengo, por qué sufro.
Y toda silenciosa,
con ese gran silencio
de la luz y el saber,
me besarías más,
y desoladamente.
Con la desolación
del que no tiene al lado
otro ser, un dolor
ajeno; del que está
solo ya con su pena.
Queriendo consolar
en un otro quimérico
el gran dolor que es suyo.
Pedro Salinas.
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