lunes, 23 de abril de 2018

La voz a ti debida. (Versos 1139 a 1171)



Empújame, lánzame desde ti,
de tus mejillas, como de islas de coral,
a navegar, a irme lejos para buscarte,
a buscar fuera de ti lo que tienes,
lo que no me quieres dar.
Para quedarte tú sola,
invéntame selvas vírgenes
con árboles de metal y azabache;
yo iré a ellas y veré
que no eran más que collares que pensabas.
Invítame a resplandores y destellos,
a lo lejos negros, blancos, sonriendo de niñez.
Los buscaré.
Marcharé días y días,
y al llegar adonde están
descubriré tus sonrisas anchas,
tus miradas claras.
Eso era lo que allá, distante,
estaba viendo brillar.
De tanto y tanto viaje
nunca esperes que te traiga más mundos,
más primaveras que esas que tú te defiendes contra mi.
El ir y venir a los siglos, a las minas,
a Ios sueños, es inútil.
De ti salgo siempre, siempre
tengo que volver a ti.

Pedro Salinas.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...