viernes, 12 de enero de 2018

Tú no lo ves.



Contra esta edad con que te enfrentas puedes
usar tu fuego: vencerá mi frío.

Pero quema tu voz al indefenso
niño que fui, me quemas la semilla
que tan clavada tengo en la memoria.

Tu voz hiriente llega hasta ese niño
que nunca presintió que el día llegara
de recibir castigo tan lejano.

Tú no lo ves, ni nunca podrás verle
porque el látigo dio su golpe al surco
que acuna mi niñez y en vez de flores
nubes de polvo crecen contra el rayo.

Al ofenderme tú todo el paisaje
recibe la invasión de la tormenta.

El alma así sus cielos oscurece
y la noche interior se hace profunda.

En ella estoy.
Te escribo rodeado
de una redonda fuga de horizontes,
y te respondo como desde el lago
responde el agua al golpe de la piedra.


Manuel Altolaguirre.

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