martes, 29 de septiembre de 2015

La luna.





LA luna está -¡tan límpida y tan honda!-
en un cielo pasmoso.
Resplandece atenta a su misión y no parece
más que hermosura hermética y redonda.
Descuella en el azul, radiante y blonda.
Su alto pudor sin nubes se guarece
en la sonrisa a medio hacer que ofrece
su rictus agridulce de Gioconda.
¡Limpio recato en plenitud!
La fronda trepa a su castidad intacta,
crece, noche arriba, temiendo que se esconda
tras una nube…
Pero permanece a toda luz y desvelada, monda,
con la desnudez pura que merece.



Juan José Domenchina.

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