lunes, 27 de junio de 2022

 

    A una habitación.


Prisión de cal y de canto,
ataúd de piso y techo,
anclado en la cruz exacta
de los espacios y el tiempo,
en mar de campos, marina
de horas mansas, tierra adentro:

Seis planos pulcros velaban
un corazón volandero
(puerta patente a la vida;
ventana abierta al ensueño),
y una lámpara soñaba,
dormida, en la noche, puerto.

Desarraigado de ti,
por mar, por tierra, me muevo.
Por forma y luz: hondo tajo
de olvido, que cruza el tiempo,
puente, roto hacia mi vida,
de orillas de tu recuerdo.

Que, aguas azules, los días
te irán los muros lamiendo,
y un viento frío, el espacio,
te impele, navío muerto,
a medida que tu carne
rasgo, mi tierra, y me alejo.

Dámaso Alonso.

El viejo y el Sol. Había vivido mucho. Se apoyaba allí, viejo, en un tronco, en un gruesísimo tronco, muchas tardes cuando el sol caía. Yo p...